José María del Corral y Noreña (Pepé) Un Hidalgo Español un Caballero de Cádiz.
La vida nómada tiene sabores y sinsabores, pero creo que al final te da la oportunidad de conocer a lo largo del camino, sitios, experiencias y personas que de otra manera no hubieses descubierto nunca. Este modo de vida no te da la oportunidad de nacer y crecer en un mismo lugar y con la misma gente a lo largo de muchos años, algo que a mí me aterra. Y sí, en cambio, te crea una virtud, una habilidad increíble de adaptación a diferentes entornos, a diferentes situaciones y a diferentes personas. Vives más intensamente todo lo que “el porvenir” o “el destino” te va presentando en este periplo de la vida en movimiento, en continuo traslado. Esto te hace aprovechar al máximo cada momento, ya que sabes que todo pasa rápido y que todo cambiará; Lo bueno y lo malo….
Una de las grandes enseñanzas de este ver la vida “en modo nómada” es la de detectar a las personas que te enseñan de verdad cosas realmente útiles y positivas en tu peregrinaje y que sin ninguna codicia o altanería, reparten sin pedir nada a cambio, a todos los que le rodean estas necesarias virtudes.
Hace ya algunos años esta Providencia quiso enrolarme en una aventura televisiva que consistió en rodar una serie para la cadena Discovery en el mar de Cádiz. Tuve suerte ya que conocía y tenía muy buenos amigos en esta ciudad a la que nuestra madre nos traía de pequeños por los yacimientos romanos de Bolonia, ciudad en la que embarcábamos y desembarcábamos con rumbo a América en las expediciones de mi tío Miguel. De Cádiz son gran parte de los compañeros y amigos que formaron parte de la dotación de la Carabela Niña III del insigne Capitán Etayo; David Domínguez y Miguel Ramos a los que pedí ayuda para encontrar un barco que fuese idóneo para la serie. Miguel después de mucho tiempo, encontró un pequeño barco velero de madera hecho en Suecia muy antiguo y que fue restaurado por su propietario ingeniero gaditano, Pedro Franco. Este lo tenía en perfecto estado de revista, lo quería como a un hijo y su única condición era la de poner a un patrón de su plena confianza como responsable de su preciado barco durante los meses de grabación. Prometió que dicho patrón no se entrometería en los asuntos del rodaje y permitiría toda acción en el barco que no perjudicase la supervivencia ni la seguridad de la nave. Cosa que a nosotros en principio nos pareció un serio problema y que dependiendo de quién nos “tocara” sería un gran inconveniente, convirtiéndose en causa suficiente para no contar con la colaboración de dicho barco (Ya que los escenarios que buscábamos no pensaban en navegaciones placenteras, si no en difíciles escenarios no exentos de riesgo) Esto nos hizo dudar, pero el barco era el mejor y el que daba sentido a la serie. Nos arriesgamos y cruzamos los dedos pero sin ninguna confianza.
Como suelen empezar estas historias casi siempre; Una fría mañana de Abril nos encontrábamos en el puerto de Algeciras de madrugada buscando el pantalán donde habíamos quedado con el armador del Martador que es el nombre del barco de Pedro Franco y el temido patrón José María del Corral. Ya no había vuelta atrás, la suerte estaba echada. Vemos dos hombres acercándose por el muelle hacia nosotros, nos saludamos y nos presentan a Pepé con acento en la última e. A partir de este momento, esta experiencia del nomadeo que antes expliqué, nos hace ver que tanto Pedro como Pepé son dos auténticos hombres de mar; Saben de lo que hablan, no hay “postureo” como dicen ahora. Los miedos y los nervios del primer día de expedición se disipan como la niebla de esa mañana que tapaba el Peñón de Gibraltar. Sin mucho preámbulo ni miramiento embarcamos en el Martador todo el equipo de rodaje más una barca fueraborda semirrígida de Miguel Ramos que servirá de barco auxiliar para el rodaje. El Primer día ponemos rumbo a la ciudad española de Ceuta, al otro lado del estrecho. El parte es muy malo; Viento fuerte, chubascos y muy poca visibilidad. Nada más salir del puerto nos encontramos con un submarino nuclear británico que emerge a la superficie navegando hacia mar abierto; Lo perseguimos…… Así empezó el rodaje de una serie y una aventura que jamás olvidare. Durante los esos meses de rodaje por aguas del Estrecho en ese diminuto barco de madera Pepé ¡Nos embaucó a todos! Era una persona afable, buena, expresiva, muy gracioso y golpudo. Con ocurrencias y salidas cuando todo estaba feo y complicado y donde la persona más optimista se hubiese puesto a gritar o a llorar de desesperación, él decía o hacia algo que disipaba la tensión haciéndonos morir de risa. Una cosa que jugaba mucho a su favor era su gran experiencia navegando a vela, su vida viajera y sus conocimientos náuticos; En situaciones así, sólo el salero no vale, hay que demostrar que se sabe y el sin alardear lo más mínimo, salía airoso de todas las pruebas que el mar nos puso. Nos ganó a todos con su gran carisma y bondad tanto que no solo no fue un obstáculo para la serie, si no que los guionistas vieron en él un auténtico personaje televisivo y se incorporó al equipo de protagonistas siendo Pepé y yo los que transmitiríamos al espectador los secretos de Estrecho y mar de Cádiz. Nada pudo salir mejor, las jornadas duras y las dificultades no nos abandonaron; Mala mar, roturas, averías, golpes, sustos, contratiempos, retrasos, esperas……… pero pese a todo y gracias a Dios todo salió de maravilla.
Dicen que el mundo de la tele o del cine a veces puede ser un poco frívolo, que este medio utiliza a las personas y a los sitios para contar una historia y que cuando esto termina no se crean vínculos! La experiencia nos demostró que esto no fue así! Vendrían luego más series más programas más aventuras con Pepé. Y lo que es más importante para los que tuvimos la suerte de conocerlo, nos privilegió con su amistad, su sincera amistad de hombre de mar.
Es destino y aventura constante nos hizo coincidir muchas veces con Pepé, Pedro y su barco Martador, en las regatas organizadas por el club San Telmo de Jerez y la familia Cervera de insignes marinos gaditanos. Donde mi mujer Isabel, biznieta del ilustre Portuense Pedro Muñoz-Seca, y mis tres hijos lo conocieron. También para ellos desde entonces fue un gran amigo de toda la vida al que necesitábamos ver para contagiarnos de esa buena energía que Pepé desprendía; Restauraciones de barcos, conferencias, viajes, rodajes reuniones amigos comunes y familia nos fueron uniendo durante ese tiempo. Dicen que Dios en su infinita bondad reparte Ángeles en vida para que iluminen, ilustren y nos den esperanza en este “Peregrinar” que cada uno tenemos en este valle de lágrimas. Y este fue Pepé del Corral para todos los que tuvimos la suerte de conocerlo.
Todavía lo recuerdo en su barco en el Puerto de Santa María, fumando sobre cubierta, me contaba que se iría pronto con Susana Rumbo al Sur, a la Macaronesia Española para después dar la vuelta al mundo y dejar esta prosa de tierra donde todo se envilece. Ponerse a son de mar olvidar las prisas y este escenario artificial que el hombre crea para escapar de sí mismo.
Nos despedimos con la intención de encontrarnos en algún puerto durante su periplo, le sonó el móvil con la música del Oriamendi, debía ser alguno de sus dos hijos, a los que él quería tanto. Me fui alejando por el largo pantalán del rio Guadalete.
Ayer me dijeron que había muerto. Pepé desde el Cielo seguirás iluminando a todos.
Siempre serás la viva imagen de la buena gente de mar, de un hidalgo español antiguo, de un Caballero de Cádiz. Que Dios y la Virgen del Carmen te guarden!!!
Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo