La Laureada del Escudo de Navarra ni es franquista ni es derechista
La Cruz Laureada de San Fernando ya no formaba parte del Escudo Oficial de Navarra desde 1981. No obstante, perduraba en el Palacio de Navarra, sede del gobierno regional. Ocupaba un puesto elevado, como un conjunto escultórico representativo desde el año 1951. El pasado octubre comenzaron los trabajos de retirada, conforme a la disposición del Gobierno de Uxue Barcos. La decisión forma parte de la estrategia del cuatripartito para transformar la simbología tradicional de Navarra, contentando sólo a sus electores y no a todos los navarros.
La intervención se acompañó de la instalación de varios paneles informativos con el objetivo de que los viandantes supuestamente pudieran conocer en qué consistía la actuación, cual era el fin de la misma, qué dice la ley al respecto y cual es el programa de retirada de simbología, de “democratización” del espacio público, en el que se inscribía esta actuación. Todo un invento orquestado para disfrazar la imposición de la izquierda abertzale.
Un nuevo censo del Gobierno de Navarra sobre vestigios franquistas
La obsesión de los revanchistas por los presuntos “símbolos franquistas” no cesa, el Gobierno Foral presentó el 29 de noviembre un censo provisional sobre “vestigios franquistas”. No sabemos si la intención del ejecutivo de Uxue Barcos es emular a las dictaduras soviéticas en lo que concierne a la manipulación histórica y al juicio sumario sobre toda expresión artística. Sea cual sea la intención, la comisión técnica de coordinación en materia de (des-)Memoria Histórica ha realizado una investigación que ha durado 5 meses (junio-noviembre) y que ya ha contabilizado 224 símbolos “supuestamente franquistas” diseminados en 141 municipios de la Comunidad Foral.
Ana Ollo, consejera de Relaciones Ciudadanas e Institucionales del Gobierno de Uxue Barkos, preside la comisión formada por escritores, historiadores, representantes de asociaciones memorialistas, la Universidad Pública de Navarra (UPNA), entidades locales y la Federación Navarra de Municipios y Concejos. El primer borrador elaborado permanece abierto y es un documento que pretende informar a los municipios. La responsabilidad de la ejecución, en cada caso, caerá sobre el consistorio en cuestión y será un arma del cuatripartito para denunciar públicamente a los Ayuntamientos que no colaboren en la retirada de dicha simbología. A partir de aquí se abre un terreno de ayudas económicas para la supresión de símbolos y, atención, de ataques velados o no tan velados al patrimonio de la Iglesia.
Recordemos los datos: en dicho informe se detalla que de los 224 símbolos:
- 220 están en edificios y espacios públicos
- 152 placas o baldosines en edificios de viviendas
- 53 laureadas
- 14 placas de caídos en fachadas de iglesias
- 1 cuadro de escenas vinculadas al régimen
- Los otros 4 los integran monumentos y conjuntos monumentales
- 2 cruces de honor de los caídos en espacios públicos de los municipios de Salinas de Oro y Buñuel
- 2 monumentos a caídos, los de Pamplona y Corella
Pamplona, por ejemplo, es, con 10, el municipio con más laureadas. Le siguen Lerín y Basaburua (6) y Fustiñana (4).
La historia de la Cruz Laureada de San Fernando: ni franquista ni derechista
La historia de Navarra, como la de cualquier territorio está abierta para todos. Es transparente para quien quiera estudiarla con honestidad. Sin embargo, en el Reino de Navarra hay algunas fuerzas políticas que no creen que la historia deba ser respetada. La historia de un pueblo es el ADN de su identidad y sus costumbres e introducirse sin respeto en ella siempre crea problemas. Las fuerzas políticas que integran el cuatripartito autonómico pretenden destruir los signos, que atestiguan y representan a las generaciones, unidas unas con otras.
Hablamos de la Laureada concedida a la Comunidad Foral, que nunca fue propiamente un símbolo franquista ni derechista. Durante décadas se ha querido despersonalizar la identidad de esta tierra, cambiando la realidad y reescribiendo el pasado. Quince días antes de las fiestas de San Fermín de 1980, el Parlamento Foral retiró ya la laureada del escudo oficial “como una búsqueda de reconciliación”. La votación en el pleno fue ganada por un triste voto: el del diputado Mariano Zufía, del Partido Carlista. En octubre de 1981 ya se modifica la legislación al respecto definitivamente. La partitocracia siempre ha sido muy astuta para confundir y convertir a los partidarios en detractores. Si comprobamos las fechas, resulta que el Señor Zufía fue nombrado en diciembre de aquel mismo año, presidente de la Cámara de Comptos (el Tribunal de Cuentas de Navarra). ¿Casualidad? ¿Desde cuándo un militante del Partido Carlista se convierte con tanta facilidad en un alto cargo de la administración regional?
Las mociones entre el año 1980 y 1981 fueron ideológicas. En ellas se impuso la ideología y la interpretación histórica que Herri Batasuna quería trasladar a la población. Los totalitarismos, la izquierda revanchista, siempre ha sido amiga de los absolutismos históricos. “Franco fue el monstruo más horrible de la Historia de España”, “la Laureada representaba el horrible modo de represión que sufrió parte de la población en los años de dictadura…” Son cuentos que se repiten para ser creídos al modo de una religión nueva. Conceder o cambiar los símbolos siempre ha sido un privilegio exclusivo de los monarcas, o de los jefes de Estado, o de la voluntad mayoritaria expresada por cada pueblo. Asumiendo que don Juan Carlos de Borbón no se preocupaba porque se hurtara con malicia la simbología de una parte del pueblo que estaba a su cargo; tampoco se consultó a la sociedad ni se dijo nada de todo esto en campaña electoral.
Es cierto que la Cruz Laureada de San Fernando la concedió el general Francisco Franco a los navarros. Lo hizo como Jefe de Estado y como homenaje y reconocimiento a su heroísmo en una guerra defensiva frente al comunismo más feroz y al ateísmo que se iba imponiendo en las instituciones. El martes 9 de noviembre de 1937, Franco comunicaba a los navarros que en premio a su heroísmo se les había concedido esta máxima distinción. Cinco días después, el Decreto 411 de concesión con fecha 8 de noviembre, se publicó en el BOE nº 390. Este dice así: “Fue Navarra la provincia en que se fijaba la mirada de los españoles en los días tristes del derrumbamiento de la Patria: fue el crédito de sus virtudes el que la convirtió en sólida base de partida de nuestro Alzamiento, y fue su juventud en armas la que en los primeros momentos formó el nervio del Ejército del Norte”.
En aquellos tiempos, el pueblo navarro percibió como una invasión cultural la política de un régimen que no le representaba, y tuvo la valentía necesaria para hacer frente junto a los que apoyaron el levantamiento en armas de 1936. Para hacer este análisis no necesitamos apoyar ni atacar a Francisco Franco. Hay que aceptar la historia tal y como nos ha venido pues lo lógico es responder a ella en presente y no en pasado. Tampoco conviene apegarse a los símbolos más allá de lo necesario. Pero ahora, el hurto de la laureada continúa, 20 años después, en la fachada del Palacio de Navarra, a la vista de todos. No más preocupante no es que los símbolos cambien. Es normal e inevitable hasta cierto punto que cambien conforme a la vida -o a las enfermedades- de la sociedad. Lo que es impresentable es la manipulación y la imposición cultural que algunos grupos políticos quieren reproducir con 80 años de retraso. La concesión de la Laureada fue un homenaje justo a la bravura legendaria de los navarros requetés que “rivalizaron en valor con las más distinguidas fuerzas del Ejército”. Incluso hubo jóvenes nacionalistas vascos que por Jaungoikoa se sumaron al lado nacional frente al comunismo. Alistados en el requeté, también ellos ganaron la laureada.
La laureada fue un homenaje al espíritu de un pueblo, y a los hogares que entregaban a sus hijos para la salvación de la Patria y de la civilización. Era aquella la máxima condecoración militar al valor que se puede conceder a una persona o a un pueblo. Todo navarro, del lado que fuese, ha podido estar orgulloso de este heroísmo. Quien haya leído los testimonios del libro “Requetés” entenderá de qué se habla. Recordemos que Franco había subestimado, durante mucho tiempo, el esfuerzo del voluntariado en general y de Navarra en particular. Sin embargo, con esa máxima condecoración, rendía a Navarra su homenaje, sumándose así al agradecimiento en la mirada silenciosa y admirativa de muchos españoles. Esta admiración fue tan universal que el esfuerzo de Navarra fue reconocido hasta por los revolucionarios, quienes por otro lado habían cometido la torpeza de identificar la República con ellos mismos.
Todo esto nada tuvo que ver con los crímenes de ciertas retaguardias, por ajustes de cuentas, represalias –quizás- ni con los crímenes que se cometieron en Guipúzcoa y Vizcaya etc., contra los que clamaron destacadas personalidades de la Comunión Tradicionalista o el mismo Obispo Olaechea en Pamplona.
Basta que la concesión sea del general Francisco Franco para que algunos consideren la laureada como un símbolo franquista y derechista. En realidad es una condecoración militar, un símbolo del heroísmo de Navarra en general, y se hubiera mantenido de no aparecer ideólogos empeñados en vengar el pasado, reescribirlo, para cambiando la memoria del ayer doblegar a la vez el presente. De manual del buen maoísta. Si ayer se utilizó el tema de la laureada, hoy se utilizan otros temas mucho más dramáticos por quienes confunden todo a intención y utilizan el pasado como un arma arrojadiza del presente.
La Orden Nacional de San Fernando fue creada por las Cortes de Cádiz el 31 de agosto 1811, el general O’Donnell modificó el diseño en 1856, mientras que el reglamento de 5-VII-1920 dice: “La Real y Militar Orden de San Fernando tiene por objeto premiar los heroicos servicios prestados en campaña”. Nada de esto huele a franquismo.
Por otra parte, la sublevación contra la república revolucionaria tuvo valor propio, muchos voluntarios “laureados” renegaron del posterior Decreto de Unificación con Falange. Así pues, la concesión de la Laureada fue absolutamente anterior a lo que luego se llamó “franquismo”, y no tiene por qué confundirse con él. También así lo vieron muchos navarros antes y después de 1980.