XXXVª Peregrinación carlista a San Miguel de Aralar. Nor Jaungoikoa aña?
(Por José Fermín Garralda)-
Nor Jaungoikoa aña?
Llega esta crónica de la peregrinación a San Miguel de Aralar (Navarra), en medio de las merecidas vacaciones, rodeada de otros actos carlistas, y formando todos ellos un enjambre donde en cada colmena debe buscarse el quorum que siempre se necesita. Nos esforzaremos por acudir al menos a los Actos más próximos. Un esfuerzo o “arranque” éste que es necesario, aunque luego uno se lo pase estupendamente. Hoy más que nunca hay que estar, y es preciso sumar como antes se decía.
Llega también una vez publicada esta crónica en “El Babazorro. Boletín del Círculo Tradicionalista Cultural ‘San Prudencio’ de Álava” (nº 204, VII-VIII-2024, p. 3 y 4)
Pues bien, durante estos treinta y cinco años, estimulados por nuestras necesidades carlistas y en la situación límite de nuestros días, hemos consagrado las Juntas carlistas de Navarra y próximas, al arcángel San Miguel in excelsis en su santuario de la sierra y cumbre de Aralar, centro de devoción de tierras navarras y guipuzcoanas: acción de gracias y oración de petición deben ser constantes.
La peregrinación ha sido el domingo 23 de junio.
Se rasga el cielo hasta 1.355 metros de altura, y desde ahí se contempla el Pirineo, el corredor de la Barranca-Burunda y las sierras de Andía y Urbasa, quedando Huarte Araquil y el monasterio de Zamarce a los pies. Los días de junio suelen ser soleados, aunque en esta ocasión una espesa niebla aislaba al santuario con un lienzo totalmente blanco.
Para ir en coche o andando desde Madoz hasta el santuario, el tiempo ha sido muy frío, con chirimiri y una niebla espesísima, algo impropio del verano, pero no ajeno a la reciedumbre que exige San Miguel. A veces hay que hacer un esfuerzo para acudir a los Actos carlistas, agradeciendo desde aquí el enorme sacrificio de una dama roncalesa que acudió. Seguramente, ante la inflación de mensajes electrónicos, y para organizarnos mejor, deberemos sustituirlos por la llamada directa y personal. El mal tiempo exigió cancelar la acostumbrada peregrinación de los jóvenes de Cruz de Borgoña, que se preparan para el campamento de agosto, desde Madoz por el valle de Ata.
Salvo nosotros, había poquísimos en el santuario.
La Santa Misa con los demás fieles, fue celebrada en doble idioma vasco y castellano, a las 12:30 del mediodía, por el nuevo capellán del santuario, hermano del actual obispo de Palencia su predecesor. Entre nosotros había familias pero también cinco jóvenes carlistas profesionales nuevos que no tuvieron la suerte de disfrutar del buen día de otras peregrinaciones. Eso sí, disfrutaron la peregrinación y la compañía como todos los demás.
En el libro de peregrinos quedó constancia de lo siguiente:
“San Miguel 23-VI-2024. + XXXVª Peregrinación carlista a San Miguel de Aralar. Tú, arcángel San Miguel, intercede ante el Altísimo, y con Su poder arroja al Infierno a Satanás y líbranos de la persecución del mundo. Protege nuestras familias, asociaciones y círculos carlistas para que colaboremos a restaurar el Reino del Amor. En el amor de nuestras familias, y de España toda. (firma) Pte. Comunión Tradicionalista de Navarra”.
A la salida, hicimos la fotografía acostumbrada.
La comida de picnic y hermandad fue en el amplio refugio, que estaba limpio y muy cómodo, junto a la cafetería-restaurante. Pusimos tres banderas de Cruz de Borgoña que nos identificaban. Cada cual ofreció lo que llevaba, se habló de todo lo bueno, y se comentaron las ausencias justificadas del presidente del Señorío de Vizcaya, de don Ángel Armentia Salazar de Vitoria, don Enrique de La Rioja, y los que fueron vocales de la Junta, José Luis y Teresa, entre otros.
Al final, volvimos a entrar en el santuario, estando solos en la intimidad, favorecida por el recogimiento románico del templo. Para apreciar la grandeza del entorno y el significado de todo lo que alberga, es necesario mucho silencio y presencia de Dios. La primera referencia al templo es del año 1.032, aunque parece que hubo otro anterior carolingio del s. IX. Su aspecto actual es el mismo que el del s. XII: tres plantas con sus respectivos ábsides, bóvedas de cañón y la cabecera cubierta por una bóveda de horno que permite entrar la única luz natural del muy oscuro templo. Ahí se contempla el retablo que decoraba el altar románico, de cobre dorado y esmaltado a fines del s. XII, como una de las obras maestras y tesoros del santuario. Ahí también la imagen de San Miguel, aunque esta vez el original estaba de visita. Es una imagen singular que porta la Santa Cruz en lo alto, y alberga en su interior fragmentos del lignum crucis. Hace unos dos años una universidad de Carolina de Norte analizó esta reliquia junto a la de Artajona y Santo Toribio de Liébana (Cantabria): las tres son de madera de árbol de oriente, ciprés rojo, y el Carbono 14 ha indicado el siglo VI, es decir, una fecha que se aproxima muchísimo –debido al lógico error del C14- al hecho de la crucifixión de Nuestro Señor.

Pues bien, a los pies del presbiterio extendimos la bandera de España con el Sagrado Corazón arropado con devoción en sus bellos colores, y rezamos el santo rosario, encargando cada misterio a los jóvenes.
Tras ello, se rezó la oración de consagración de las Juntas carlistas a San Miguel de Aralar. El comienzo y final de la Consagración, redactada íntegra por Santiago Arellano Hernández (q.e.p.d.), dice así: “Arcángel San Miguel, protector y defensor de la fe del Reino de Navarra y de todas las Españas, Tú que un día no dudaste en alzarte contra la rebeldía que el más bello de los ángeles promovía contra Dios, dígnate acogernos bajo tu protección y amparo (…) Alcánzanos sagacidad para ver la raíz de los males que descomponen a los hombres y a los pueblos, firmeza para denunciarlos y oportunidad para proponerles y conseguirles el remedio. Ten compasión de quienes hemos confiado en el poder de Dios y no en nuestros brazos y alcanza del Señor que, no por nuestros méritos sino por su misericordia, seamos convertidos en instrumentos útiles de su gloria. ¡Viva San Miguel! ¡Viva Cristo Rey!”
Al final cantamos la letrilla popular que dice: “Adiós Miguel arcángel / ministro general, / sea siempre tu trono / la cumbre de Aralar. / Escucha de esta tierra / la cálida oración, / concédenos la gracia / de ser fieles a Dios. / Queremos ser testigos / del Reino de tu amor, / una fe un bautismo / y un solo corazón”.
Expectantes ante el significado del fin de ciclo histórico en el que nos encontramos, y ante la amenaza colosal y sin duda diabólica que nos acecha, es maravilloso y una singular gracia de Dios que un puñado de carlistas, por sí y en nombre de muchos que no pudieron asistir, se acojan al amparo del arcángel San Miguel, “¿Quién como Dios? ¡Nadie como Dios!” para ser, conservarse y crecer, a pesar de la niebla ambiental y política de nuestros días.
Lo que recibimos, transmitámoslo, actualizado y acrecentado, a los amigos, hijos y nietos. El relevo existe. Que los campamentos se dupliquen. Los nuevos que se sumen, los que se aíslan en sus casas y pueblos leales que se agrupen, los celos y tonterías como decía don Carlos VII que desaparezcan, cedamos en lo que se puede ceder, respondamos los que somos secos y todos demos las gracias, los que estuvieron que perseveren, quien tenga algún don –y cada cuál tiene más de lo que cree- que lo aporte, y acudamos todos con entusiasmo y a la una a la llamada.
Pronto tendréis Haro, Montejurra e Isusquiza. Montes y santuarios son para gozar y tomar fuerzas para actuar en nuestros pueblos y ciudades. Hay trabajo por delante.
José Fermín Garralda Arizcun
23 de junio de 2024
Pte. Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra