Una nueva época en mis escritos
Después de haberme movido por las Américas Hispanas, de hacerlo también por el norte de Marruecos y nuestro abandonado (¡qué humillación!) Sáhara español, creo que ha llegado el momento de adentrarme en el África subsahariana. De tomar como base Guinea Ecuatorial que, en principio, y al final, comparte nuestro idioma, por mucho que los gabachos hayan dejado bien puestas sus republicanas posaderas. Desde allí seguiré colaborando en esta extraordinaria publicación. Los medios telemáticos no parecen ser muy buenos. Es posible que tarde en escribir. De cualquier forma escribiré de lo de allá, de su vinculación, o no, con nuestras ideologías. Es triste marchar, pero también es alegre dejar atrás los feos caretos de quienes nos gobiernan, siempre los mismos con ligeros cambios de gesto, como si estuvieran abonados a un buen Servicio de Cirugía Plástica. También como del engaño en lo físico se pasara al engaño en la palabra. Intentaré coloborar en la formación de médicos de aquel país, especialmente en el área de mi especialidad, las UVIS también llamadas Unidades de Terapia Intensiva. Pero siempre me quedará tiempo para pasear, ver, hablar. Me fui, hace tiempo, de un Ejército, desmantelado por la miopía de los políticos. Vi la sanidad de Chile. Volví. Durante un par de años he trabajado en los trabajos médicos más absurdos que puedan imaginar. Realmente, puedo decir que en Guinea Ecuatorial podrán tratarme igual de mal, pero nunca peor pues eso ya es difícil. Lo puso difícil hace muños años, cuando mi memoria no andaba operativa, y Girón de Velasco dijo aquello de: “no descansaré hasta que los médicos vayan en zapatillas”. Y vaya que lo consiguió. Pero no conmigo, siempre duro de roer. Pero sí, del ambiente sanitario podría decirse como en Hamlet: “algo huele a podrido en Dinamarca”. Y menos mal que digo que es en Dinamarca porque si fuera en España seguro que me mandarían con su Excelencia, con la diferencia de que mis sábanas no serían de seda sino de esparto. Eso del delito de odio vine a querer decir que hay que meter en la cárcel a todos los que no piensan como nosotros. Sigo esperando que la Policía Municipal dé un curso en el que se nos indique cómo desastivar los sentimientor perniciosos, como el odio. Una emoción no depende, enteramente, de la voluntad de desactivarla sino que obedece a designios más hondos y de difícil manejo. Pero sí es bueno vivir sin odio incluso a estos señores que me pararon una vez y me dijeron “tu debes ser nuevo en esto de la medicina pues el coche es viejo”. Yo soy como el Inspector Colombo, voy como me viene en gana y soy médico antes de que gestaran a aquel individuo, por cierto Dios sabrá cómo pues su esencia intelectual (que dirían los médicos chinos) está en puntos críticos. Pobre chico…. Mientras yo andaba colaborando en la lucha contra ETA (tanto atentado que me pasó de refilón ese bocazas no pararíaa de ver las series delevisivas. Pero ahí está feliz con su pistola y su porra. Seguro que no sabe usar el arma de fuego y tampoco las otras dos. Lo cierto es que al final, y después de tanto ruido, a lo mejor ni me voy. Un abrazo a todos.