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7 de junio de 2024 0 / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / /

Una metástasis política: la expulsión de Dios, de España y ley de amnistía

(Por José Fermín Garralda)-

Sintetiza la situación de España y sus dirigentes -especialmente los más encopetados- la expresión lisa y llana de castigo de Dios. El Gobierno –no votado- está contra el pueblo, y no al revés. Es la terrible consecuencia lógica del sistema liberal dizque democrático. No le importó Dios, y ahora España y los españoles se arrastran por el fango. Arruinan cuerpos y almas y ellos impertérritos, porque así debe ser según la Constitución de 1978. ¿Sí…? Ya vemos de qué sirve ésta última, cuando un felón firme la ley anticonstitucional de amnistía a golpistas y acusados de terrorismo y malversación.

I. En primer lugar, decimos bien que es un castigo de Dios cuando se vive como si Dios no existiese. Parece terrible hablar de castigos, no gusta, es muy fuerte, y hasta parecería el imposible de que el buen Dios nos quiera  mal. Pero nosotros no pronunciamos el nombre de Dios en vano, porque es un castigo muy bien merecido. Si le parece a Vd. terrible que Dios castigue, ¿no le parece terrible la situación que nos hemos o han dado?

Esto muestra que Él no nos ha abandonado, y tampoco a España. Por eso hay esperanza. Dios Jaungoikoa se ha puesto de perfil, o mira para otro lado, dejándonos expuestos –para nuestra corrección- a las consecuencias lógicas de nuestras malas decisiones. Respeta el ejercicio de nuestro libre albedrío y libertad psicológica. Hace suyo el terrible castigo que nos ponemos a nosotros mismos, pues nadie quiebra sin consecuencias las exigencias de la  naturaleza humana, y tampoco ahoga en vano la vía de la Gracia divina en una nación que estuvo abierta a Él y que hoy se ha autocegado por su pecado origen. Las cosas son como Él las ha amado, y por eso los buenos padres y educadores castigan si es necesario. Lo hacen sin ira y para provocar e verdadero cambio, esperando activamente que corrijamos nuestro craso error.

Seguiremos una estructura circular entre la causa raíz de nuestro mal y algunos de sus efectos.

II. ¿Por qué nuestra situación, a la vez terrible y para el hazmerreír? Lo sabremos cuando respondamos a ¿quién es nuestro Dios?

Hemos recogido los frutos de votar en 1978 que Dios y su Ley -creída entonces por casi todos-, el cauce y realidad de las cosas, estuviese ausente de la Constitución y las instituciones políticas.

Sí, expulsamos a Dios de las Constitución, y sólo ocho obispos dijeron claramente que eso no estaba bien. Se hizo para que pudiese estar constitucionalmente su contrario, para no “molestar” a los que hacen mucho daño, para convivir –hoy gobiernan amigos de terroristas- y ceder ante el medio escénico…. igualándonos a los países menos cristianos y más masónicos. A esto llamaron Libertad. ¡Ya fuimos miserables excluyendo a Dios y N. S Jesucristo, porque la propaganda decía que Él nos limitaba o nos molestaba para la convivencia! Siendo Él quien Es, y por nosotros mismos… ¿qué no merecimos desde entonces?

Nosotros los carlistas no hemos perdido el lema Dios. Ya conocemos a algunos que deben clamar el mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa… Sin golpes de pecho de veras y sin corregir lo mal hecho todo lo que se pueda, no me hablen de la nueva evangelización.

De ahí que es preciso recuperar la presencia de Dios en la Constitución –hoy se le arranca de calles y plazas identificándolo con dictaduras-, así como su orientación y contenidos necesarios como norma externa a la voluntad siempre arbitraria de supuestas mayorías.

Dios ha respetado nuestra decisión, pero no dice que ésta haya sido buena y que no pase nada. No habla “al pueblo” directamente, sino a través de causas segundas. Sí, la equívoca expresión respetar nuestra decisión se repite en todos los púlpitos, pero se calla sospechosamente la necesidad de evitar las malas decisiones, que tienen graves consecuencias como el justo castigo de Dios. Él nos ha puesto en manos de nosotros mismos.

Pecamos al abrir la Constitución a cualquier interpretación de lo que no niegue expresamente –y ahora ni con esas-, que ha traído –sí, señores obispos, sí- la descristianización y una abundancia de leyes corrompidas y corruptoras. Ya todo lo malo es admitido sin descanso y en cascada.

Este fue nuestro pecado origen y raíz, que hemos transmitido, del que hoy sufrimos sus frutos in crescendo. A ello se suma otro gran error raíz, como es la ley de amnistía porque quiebra lo que quedaba de orden para la convivencia.

III. ¿Y las consecuencias? Si echáis a Dios, le sustituye cualquier ídolo. Ya ha venido: el yo, es decir, la mayoría, es decir, los que la dirigen, es decir, la cueva de mentirosos y  ladrones, la demagogia… y, si se trata del separatismo, la nación, es decir, que los amigos de terroristas hagan leyes y que el 1’6% de los votos (Junts) se impongan al resto. Una cuchilla recorre la espalda al desgranar lo que implica la ley de amnistía a firmar por don Felipe.

Como no quisimos la presencia de Dios y la orientación de la Iglesia de siempre en la Constitución –lean, lean los liberales dizque católicos a León XIII y el mismo Vaticano II-, ahora tenemos la imposición tiránica de libertinos y corruptos, que es como acaba quien se aleja de Dios. ¿No reconoceremos a Dios como siempre se entendió en España?; pues nos gobernará cualquier orangután o bien selectos desconocidos de más allá de nuestras fronteras. Decíamos que desde 1978 estamos –queriendo o sin querer- en manos de la Secta.

Tampoco puede existir paz y libertades en un mundo abortero, que asesina a mansalva a inocentes y pese a ello vivimos tranquilos y muy divertidos. La Constitución debía bloquear esta posibilidad. Por lo visto ya no basta decir que “todos tienen derecho a la vida”, lo que nos da más motivos para una referencia externa a la letra de la ley.

También se ha trasmitido el “miedo escénico” de los tibios de 1978, amigos del cálculo más que de la verdad.

No puede ser bueno que se pretendan nuevos derechos fundamentales, y además subvirtiendo la naturaleza.

No puede ser bueno utilizar en falso el nombre del “pueblo”, que los partidos contraríen frontalmente lo que la gente confía que son, que aquellos  partidos callen lo que hacen para no ser recriminados (¡el PP imponiendo el catalán en Baleares…!), que se mienta con la ley de amnistía. ¿Pero quiénes son realmente los que gobiernan?

No puede ser bueno el afán desmedido de la partitocracia para dirigir al pueblo y conquistar su voluntad, tratándolo de menor de edad y de cortas entendederas. Los prospectos electorales buzoneados son todo un insulto a nuestra inteligencia: ¡todo un plan de gobierno en una cara de folio a colorines…!

No puede ser bueno que hoy casi todos los partidos políticos colaboren en la destrucción del hombre (vida, matrimonio, familia, educación moral), la sociedad (tejido institucional) y España (su unidad en la diversidad). ¿Pero por qué hay tanta corrupción y tantos se suicidan, Dios mío? Y ahora, encima, suicidio asistido.

No puede ser bueno que, desde arriba, todos se hayan ido corrompiendo una vez que vendieron a Dios y España, ni que todas las leyes corruptas y corruptoras, por dejación de los “buenos”…, hayan entrado con engaños y mentiras por la puerta trasera. Al fin, la ley de amnistía ha entrado por la puerta principal.

Tampoco puede ser bueno que el PSOE quiera cambiar la Constitución -ayer diosa- desde los hechos, ignorándola, reinterpretándola desde las instituciones controladas por el ejecutivo y partido PSOE, y hasta con trampas.

No puede ser bueno que el PP sea el PSOE vestido de azul.

Ya está todo dinamitado. Sólo queda el pico y la pala del talibán y los tribunales que te pueden llevar a la cárcel.

O resurge la verdad y tradición católica, española y –aquí- navarra, o, descuajados, démonos por perdidos. Hay que aguantar porque para la Agenda 2030 sólo quedan seis años.

IV. Por eso, volvamos a considerar el origen de nuestros males: tal es expulsar a Dios de la Constitución y las  leyes, ignorando que la realidad ontológica tiene una proyección práctica, pues el hombre es sociable por naturaleza y con necesidad de gobierno. La suprema potestas no es un mal, sino un bien, lo que le obliga a éste a actuar en justicia conforme al Decálogo.

¿No saben que unas instituciones ateas tienden a hacer atea a la sociedad? Quede para ellos el asombro hipócrita y paralizador de los liberales “piadosos” ante la descristianización, inevitable por la lógica de las cosas ¿O es que no sabían la doctrina cristiana sobre la presencia de Dios en los Estados?

España no sanará hasta que se corrija el pecado fundamental, que es la expulsión de Dios y negarse a formular la ley natural en la Constitución, y, en país de católicos, la debida unión entre la Iglesia y Estado. Cualquier Estado tiene su confesión, sea la que sea.

No puede ser bueno referirse siempre al “pueblo soberano”, en realidad autoengañado por una soberanía utilizada como tapadera por las nuevas élites de dominio. También aquí se actuó desde fuera del mismo pueblo. ¡Ay esa voluntad popular… tan ensalzada por silenciarse que iba a estar intervenida y manipulada por los que manejan la partitocracia entre bambalinas! Un impulso desde fuera tan nefasto, sustituyó de nuevo el impulso y la Gracia de Dios.

Cuando fruto de una total desmoralización provocada, dicen que todos sin distinción de origen tienen los mismos derechos a todo, triunfa el mal porque no somos santos, nunca un principio malo puede dar buenos frutos, y en realidad los derechos serán siempre a favor de los menos recomendables.

Se autoengañó el “pueblo soberano” cuando incluyó la posibilidad legal de dañar gravemente a las personas. No puede ser bueno prescindir en la Constitución de las consecuencias del mal ejercicio del libre albedrío en temas muy serios, ni impedir que la ley influya, limite y al menos oriente. Así es como se confunde el libre albedrío con la libertad.

Pues bien, en la práctica moral: ¿hay que cumplir la ley civil cuando es injusta ante Dios? La contradicción de la democracia cuando así ocurre, es la objeción de conciencia, que a veces es legítima y obligatoria. Para la democracia dizque cristiana, la última instancia del ciudadano es la voluntad general, aunque ésta esté manipulada, sea injusta, y nos veamos obligados a sortear la situación, hacer cambalaches, que el mal no salga por mí pero luego yo lo mantengo como un aprovechado.

La mala política ha puesto en juego la felicidad de todos, la justicia más elemental, y la salvación eterna de muchísimos. Sí, hablo de salvación eterna. ¡Cuidado con los errores políticos que llevarán a muchos a condenarse en esta vida como antesala de la otra! En 1978 hubo una ruptura por olvidar la verdad, y abrazar la ilusión; pues bien, para sanar lo primero es darnos cuenta de ello.

El Valle de los Caídos y el monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada, son realidades algo diferentes por su naturaleza, pero ambos son objetivo de los talibanes occidentales.

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