Se acabó el tiempo de las trincheras (bienvenido el diálogo)
(Por Antonio Riera) –
Observo en los últimos tiempos una creciente tendencia en la sociedad general y el carlismo, en particular, a la radicalización de las posturas.
Que suceda en el marco de la sociedad, lamentablemente, es algo que no me extraña. ya que desde el triunfo de la revolución liberal, se nos educa, impasiblemente a que tenemos que estar divididos, instalados en nuestras trincheras ideológicas, religiosas, laborales, territoriales, y los que no están con nosotros, están contra nosotros. Es así de simple. Nuestros vecinos han llegado a olvidarse del bien común. Por delante siempre van los intereses del partido político que preferimos, o de nuestro pueblo o territorio, o del sector laboral al que pertenecemos.
Para estos males, hay remedio, sencillo, y se puede expresar de una manera muy simple: “Todos unidos, no partidos”. Pero para esto, primero se debe desmontar el sistema, labor ardua y que no llegará de un día para otro. El propio sistema está haciendo el trabajo de descomponerse desde dentro, fruto de sus inmensas contradicciones, de las luchas internas, y de la podredumbre de sus cimientos.
Los carlistas, que vivimos en el sistema, pero nos oponemos a él frontalmente, deberíamos estar preparados para aprovecharnos de este momento, y comenzar a trabajar codo con codo, todos unidos, sin desfallecer. Pero la triste realidad es que no es así.
En la actualidad existen multitud de grupos que se denominan carlistas, y que se proclaman herederos del “verdadero carlismo“. Son totalmente independientes unos de otros. Mas allá, en lugar de concentrar sus esfuerzos en combatir al sistema en que vivimos, se concentran en encontrar las fisuras en organizaciones análogas para deslegitimar su mensaje e intentar “recoger ganancia a río revuelto”. Fruto de discrepancias pasadas se fueron configurando grupúsculos diseminados con poca, o nula, actividad política más allá de las redes sociales. Es lo que tiene la división. Aquello de “la unión hace la fuerza” quedó para los manuales de historia.
Pero yo (y gracias a Dios cada día más gente) me resisto a que esa ruptura se consolide eternamente. El primer párrafo de nuestro himno lo dice bien claro “Todos juntos en unión”. Y es una obligación que debemos marcarnos los carlistas el trabajar para conseguir esa unión. Cada uno, desde el papel que desempeña en este universo carlista, debemos conseguir tender puentes de colaboración, debemos convertir las conversaciones y exigencias de máximos, en negociaciones razonables, en buscar los puntos de encuentro, en lugar de enrocarnos en los puntos que nos separan.
Se nos olvida que el carlismo nunca ha sido una masa totalmente homogénea. Debajo de nuestra querida boina siempre han cabido personas de muy diversa procedencia, de problemática diversa y preocupaciones sociales totalmente dispares. A todos les unía siempre su oposición al sistema liberal. Eso es lo que nos une. A partir de aquí las tácticas y estrategias ya se podrán valorar correspondientemente por los que deban ejecutarlas.
Dejemos de lado los prejuicios que se vienen arrastrando hace décadas.
Si hay algo de lo que no debemos cansarnos nunca es de dialogar, de conocer las preocupaciones de nuestros iguales, entendernos entre nosotros, identificar los objetivos comunes, y trabajar para su consecución.
Espero que estas humildes palabras no caigan en saco roto y no perdamos el tren que ya ha arrancado y está pasando por nuestra estación. Ayudemos al sistema a autodestruirse.
Animo a los carlistas de todas Las Españas a reunirse, y a acercarse a las organizaciones cercanas, empezando por la Comunión Tradicionalista Carlista, para que sirva de verdadera herramienta política. También animo a los responsables de la Comunión, yo el primero, a acoger con los brazos abiertos a todos aquellos que llamen a nuestra puerta. Sin exigencias, sin cortapisas, sin líneas rojas. Todos somos pocos hasta conseguir el objetivo final. Nuestro lema es lo suficiente generoso para que bajo su paraguas quepan todos los españoles de bien.
Tomemos ejemplo del Santo Padre, que a lo largo de su pontificado, sin renunciar un ápice a la doctrina, pero con voluntad de acercamiento entre todos trabaja en esta dirección.
6 comentarios en “Se acabó el tiempo de las trincheras (bienvenido el diálogo)”
Jiminy de Le Cricket
El autor de la sentencia “el que no está conmigo está contra mí” es bastante popular y, a pesar de las llamadas al dialogo en su nombre, sigue poseyendo toda la autoridad. Quizá, por ello, tener enemigos comunes no sean suficiente para entablar esa identificación que el bloguero propone. Se me ocurre que contra el liberalismo capitalista podríamos encontrar aliados de pelajes diversos a los que, in embargo, sería peligroso ofrecer la espalda.
No sé si el lema es o no generoso, como indica el autor, pero es entorno de él donde debemos reunirnos. Dios y Patria y Fueros y Rey son los espacios que proveen las soluciones a los problemas y donde nos debemos encontrar. Quien cruce estos umbrales, bienvenido sea. Ese es el luchar todos juntos en unión. En unión alrededor de una doctrina. Ninguno de esos lemas tiene la generosidad de dejarse corromper.
Ah, y eso sí, si cualquier organización vale igual, ¿Qué razón habría para entrar en ésta? Ahí, quien es citado comete el mismo y fatídico error.
jiminy de Le Cricket
No he conseguido interesar al bloguero, que parece haber aprendido ideología en la escuela del PC.
“El Partido Carlista cree que el pluralismo político o ideológico es un bien, no sólo por representar el respeto hacia la libertad de las personas, sino porque las ideas presentan constantemente a la sociedad otras materias de diálogo, otras visiones que fomentan la evolución e impiden el estancamiento ideológico.”
Todo el texto es un sinsentido en el que llega a corregir al mismo Nuestro Señor Jesucristo. Su objetivo declarado es ayudar al colapso del sistema, pero más bien parece un suicidio del carlismo. Con las armas de quien dice ser presidente de la junta de todo un Reino.
Si no es posible un fusilamiento, ni un tirón de orejas, por favor que alguien al menos retire este artículo. Por alta traición. Gracias.
Jiminy de Le Cricket
No consigo respuesta del bloguero. He mirado sus entradas (no tan abundantes como parecía) a ver si en ellas encuentro alguna pista de sus intenciones. Entiendo que el diálogo no debe ser con los cristianos que ven inapropiado la inhumación del anterior jefe de estado anterior. Se cisca en sus huesos y se posiciona a favor. Tampoco se muestra más agradable con los representados en el parlamento en otra entrada. ¿Con quien dialogar entonces?
Más extraño lo de acabar con las trinchera cuando le leo lo siguiente:” Como conclusiones más importantes me quedo con lo siguiente: 1.- Cada familia debe ser una trinchera de defensa frente al ataque continuado e inmisericorde del sistema revolucionario liberal.”
No conteste, si no le place, pero relea sus artículos al menos e intente ser coherente. No va a tardar mucho,
Luís B. de PortoCavallo
“Tened gran cuidado en predicar La Verdad de tal modo que, si acaso hay entre los oyentes un hereje, le sirva de ejemplo de caridad y moderación cristianas. No uséis de palabras duras ni mostréis desprecio por sus errores” (S. Ignacio de Loyola).
El error hay que combatirlo. Al que yerra, convertirlo.
Antonio Riera Pastor.
El bloguero tiene muy claras sus ideas. Cuando ud. de la cara con su nombre, y no cobardemente detrás de un pseudónimo, posiblemente este bloguero le pida a la cara que le explique eso de que pide para mí un fusilamiento por traición.
Jiminy de Le Cricket
C’est l’attitude. Pas de dialogue. Bienvenue à bord.