Santos, por mi alma orad
(Por Castúo de Adaja)
En el día de todos los Santos he querido yo publicar, con mi modesta capacidad literaria lejos de la pluma de los grandes autores, unos sencillos versos en romance, estrofa de nuestra literatura patria, para conmemorar tan grande ocasión. De forma extraordinaria, quisiera compartir con usted, lector, esta otra faceta de mi persona.
Escuchen todos los hombres
que hay en Roma y en Letrán,
que hay allende las fronteras
y en tierra meridional;
que hay en los reinos cristianos
del orbe septentrional
y los que rezan con calma
a un lado y otro del mar.
Escuchen el gran silencio
y del grito su callar
cuando suenen las campanas
que por cada tañerán.
Hoy te pillen confesado
en acto sacramental
cuando venga el Rey de Reyes
para tu alma juzgar.
¿De qué sirven tus alhajas
y tu tan rico collar,
de qué valen tus pendientes
y también el anillar?
Cuánto pesa un corazón
será el medir oficial;
tus acciones y la gracia
de quien la gracia te da.
Será el rechinar de dientes,
será del llanto el quebrar,
será el arrepentimiento
de quien no lo hizo jamás.
¿De qué te servirá la pila
de tu agua bautismal
si rasgaste aquel perdón
con tu mancha de alquitrán;
si llegaste confiado
creyendo y era soñar
que con tu pesada carga
la puerta se te abrirá?
Despójate de la carga
que llevas como animal
por pasar por la hendidura
para entrar a la ciudad;
hínquse ya tu rodilla
en el duro pedregal
que cubre la senda abierta
a la patria celestial.
Cuando venga el Juez Supremo
con su corte angelical,
con trompetas anunciando
una llegada triunfal,
¿acaso tu alma corrupta
recordará la humildad?
Pide perdón por tus faltas
a la fuente de piedad,
carga con tu cruz a cuestas
y tu pecado mortal.
Cuando entre nuestro Señor
con su dedo judicial
ponte a resguardo, impío,
y comienza ya a rezar:
pídele a Santa María,
pídele a Santo Tomás,
ruégale a San Agustín,
San Ambrosio y Nicolás,
a los Santos Juan y Pablo
y al mártir San Sebastián;
que interceda ya el Bautista
o te eleve el otro Juan,
los Santos Evangelistas
y los doctores aún más;
pídele a los que llevaron
una mitra episcopal
y los que, junto a San Pedro,
tomaron nombre papal;
a los Santos Inocentes,
Santos Jacob e Isaac;
a San Miguel Arcángel
y al padre San Abraham,
a todos los patriarcas
de la Iglesia universal,
y los tantos misioneros
que sepultados están
en tierras desconocidas
para el hombre coloquial.
Recuerda tú, militante,
aquella Iglesia Triunfal
que reza en único coro
por toda la eternidad;
visualiza tú las Copas
donde se encuentra tu orar
que es morada de los cielos
y es nuestro único hogar.
Súmate a las alabanzas
de una única coral
que conforman tus hermanos
en la fe de la Verdad,
antes de que llegue el Juicio
de los tiempos, terminal.
Hoy es fiesta de los Santos,
Santos, por mi alma orad.