P. Jesús Silva: “Propiamente hablando, no existe una vocación a la soltería”
(Una entrevista de Javier Navascués).-
Jesús María Silva Castignani nació el 18 de junio de 1983. Es el número 13 de 14 hermanos. Recibió la vocación sacerdotal y el 3 de mayo de 2008 fue ordenado sacerdote. Además de los estudios de teología, se ha especializado en latín y griego, y es licenciado en teología patrística. Ha acompañado durante años a muchos jóvenes, lo que le ha llevado a implicarse personalmente en esta pastoral, impartiendo charlas, coloquios y conferencias sobre afectividad y sexualidad en parroquias, colegios y universidades. Es autor del libro Virginidad 2.0. (Freshbook, 2017) Sexo: cuando y por qué (Palabra, 2018); Te amarás a ti mismo como Dios te ama (Palabra, 2019); Célibes y felices (Nueva Eva, 2020); Dios quiere hablar contigo (Nueva Eva, 2020); Tensión en pareja (Nueva Eva, 2021); El fracaso del ateísmo (Palabra, 2022). Actualmente es párroco de las parroquias San Isidoro, San Pedro Claver y Virgen del Castillo. Es también capellán del colegio Cristo Rey, en el barrio de Pinar del Rey. Tiene también una amplia pastoral en las redes sociales a través de Instagram, Tiktok, YouTube, Twitter y Facebook.
¿Existe una vocación a la soltería?
Propiamente hablando, no existe una vocación a la soltería. Clásicamente se divide la vocación de estado en 3 fases, la vocación al sacerdocio, a la vida consagrada y al matrimonio, porque la vida es para entregarla y no para guardársela. Sin embargo, la Iglesia siempre ha contemplado que hay personas que por diversas circunstancias se quedan solteras. A estas personas se les habla de una especie de vocación en un sentido derivado. Se les recuerda que la vida es para entregarla, no para guardársela, y que la soltería no puede ser signo de un guardarse la vida para el propio disfrute y para el propio goce, sino que deben encontrar el modo en que Dios les pide que entreguen su vida. Con las circunstancias actuales, en las cuales hay tantas personas que se han quedado solteras o están divorciadas o abandonadas, o por otros muchos problemas, hace falta abordar el tema de la vocación a la soltería de un modo nuevo. Este modo nuevo no niega el valor y la importancia de la vocación tradicional en los 3 estados. Sin embargo, reconoce que existen situaciones en las cuales las personas se quedan solteras y les recuerda que no son abandonados de Dios, sino que Dios les ama y que conociendo sus circunstancias y sabiendo que iban a quedarse así, les llama a entregar la vida y a buscar una vocación dentro de su soltería.
Pero bien es cierto, que son cada vez más las personas que no sienten atracción por la vida matrimonial…
La vocación a la soltería no es una cuestión de atracción o no atracción hoy en día, con la deconstrucción de la familia y la ideología de género el relativismo, el hedonismo, el subjetivismo y el individualismo, se está fomentando un estilo de vida en el que uno se busca a sí mismo. Este no es el ideal cristiano, el ideal cristiano es entregar la vida. Jesús dice que el que quiera guardar su vida, la perderá y el que entregue su vida por mí, la encontrará. Y esa sigue siendo la clave de toda vocación cristiana. Por tanto, no hay una vocación a la soltería, en el sentido de que alguien sienta que no le apetece casarse. Sino que uno debe buscar su vocación o bien a la vida consagrada o al sacerdocio o al matrimonio, pero puede que por circunstancias se quede soltero. Solo en este caso podríamos hablar de una vocación a la soltería. No por renegar de la vocación matrimonial o religiosa, sino por otros motivos.
¿Por qué siempre se da por hecho que lo normal es casarse?
Porque la vocación natural del hombre es a casarse y multiplicarse, tal y como recoge el libro del Génesis en sus comienzos. Dios creó al hombre y a la mujer diferentes y complementarios para que se unan y así se completen mutuamente, de modo que puedan procrear y entregarse. La vocación natural del hombre es, por tanto, el matrimonio. Es aquello que está inscrito en nuestra misma corporalidad y en la esencia de nuestra alma. A veces surge una vocación sobrenatural como la vocación a la consagración o al sacerdocio, que sublima la tendencia sexual normal del cuerpo y la convierte en entrega a través del celibato. Por eso podemos decir tranquilamente que lo normal es casarse. Pero también es sobrenatural recibir una vocación de consagración y hay personas que se quedan solteras por circunstancias diversas y que dentro de esa situación, que no entra en los patrones clásicos, se puede encontrar un camino para la realización que consiste en entregar la vida, sea como sea la forma que esto tome.
Muchas personas ven claramente que están mejor solas, que no necesitan compartir la vida con nadie. ¿Es esto en sí algo malo? ¿Qué pros y contras puede tener esa actitud?
Nadie está mejor solo. El libro del Génesis dice claramente que no es bueno que el hombre esté solo. Otra cosa será que haya personas que han recibido heridas emocionales que les llevan a buscar la soledad como una huida de ese dolor o como un refugio para que no les hagan daño. Pero en esas personas, en ese caso, lo que hay que hacer es sanar las heridas emocionales para que las relaciones sociales no supongan un problema, particularmente las relaciones con el otro sexo. Por eso sí es algo malo la no necesidad de compartir la vida con nadie, es signo de que hay algo que no está bien o que no está sanado en el corazón. Lo normal y lo sobrenatural es tener una tendencia a compartir la vida y a entregarla. El celibato no es soltería. El celibato es una consagración en la que uno está totalmente entregado a Dios, ya sea a través de una parroquia, de una iglesia o de una comunidad religiosa, etcétera. No es soledad. Solamente los eremitas están llamados a la soledad. Por lo tanto, el estar solo no es una vocación en la mayoría de los casos. Que una persona esté más cómoda estando sola, no quiere decir que esa sea su vocación. Por tanto, estamos llamados a evitar la comodidad y a buscar lo que Dios quiere y no lo que nos apetece a nosotros.
¿Es más difícil realizarse plenamente como persona fuera del matrimonio?
Salvo que tu vocación sea sobrenatural, es decir, que estés llamado a ser sacerdote o consagrado, no te puedes realizar fuera del matrimonio a no ser que, como estaba diciendo, haya alguna situación que te haya llevado a quedarte soltero por algunas circunstancias. Y entonces el Señor permite que tú en tu soltería encuentres un modo de entregar la vida para así poder ser feliz y realizarte plenamente. Los cristianos no utilizamos realmente la expresión realizarse. Usamos la expresión vocación, plan de Dios o voluntad de Dios. Es más propio. Dios tiene un camino para nosotros que Él nos indica, al que nos llama y al que nosotros podemos responder si queremos. Pero muchas veces ese camino nos lo marcan las circunstancias. Eso le pasa a las personas cuyas circunstancias les llevan a quedarse solteras y solas. En ese caso Dios se encarna y se acerca a cada persona en su circunstancia concreta para llamarle a entregar la vida. Y una persona puede ser profundamente feliz estando soltera. Pero insisto, no porque esté cómoda o porque no le apetezca casarse, sino que por circunstancias no ha encontrado su vocación en otro estado. En tal sentido, la pregunta no tiene mucho sentido, ya que los cristianos no buscamos realizarnos, sino cumplir la voluntad de Dios. No es una cuestión de facilidad o dificultad, sino de buscar lo que Dios quiere. Ninguna vocación es fácil, absolutamente ninguna.
Hoy en día ante la precariedad laboral, lo cara que está la vida…casarse es algo heroico…
Hoy en día, lo heroico es entregar la vida y no guardársela. Hoy en día lo irónico es ser capaz de dar un paso de fe en el mundo. Hoy en día lo heroico es hacer lo que todos deberíamos hacer. Casarse no es más heroico que consagrarse. O se sacerdote o quedarse soltero. Cada vocación tiene sus dificultades y sus heroicidades. Dios siempre provee. El célibe es tentado pensando en la soledad y en no tener alguien en la cama que le acompañe. El casado es tentado pensando que renuncia al resto de mujeres o que va a tener que lidiar con problemas económicos toda la vida. El soltero se preocupa pensando en que va a morir solo y en que su vida no tiene sentido. Toda vocación es algo heroico y toda vocación tiene riesgos y peligros. Por eso es tan importante el discernimiento y la oración y la dirección espiritual para saber qué quiere Dios de mí y no plantearlo todo en términos individualistas y de perspectiva personal.
Esas razones unidas a la falta de fe hace que hoy escaseen las familias numerosas…
No estoy de acuerdo en que esas razones sean las que hoy hagan que escaseen las familias numerosas, en absoluto. La mayor parte de los matrimonios que conozco no quieren tener muchos hijos, no por una cuestión laboral o económica, sino más bien de educación. Quieren poder atender bien a los hijos y comprenden bien lo que significa la paternidad responsable y también sus limitaciones como padres. De hecho, los padres, que tienen muchos hijos, al final acaban experimentando como siempre llega la ayuda de un modo u otro y pueden sacar adelante perfectamente las vidas que Dios les da. Pienso que la carencia de familias numerosas tiene más que ver con la comprensión de la paternidad responsable que se ha difundido desde Pablo VI.
No hay ningún problema en que escaseen las familias numerosas. Ciertamente es heroico y maravilloso cuando una familia decide tener muchos hijos y es algo que es muy bendecido por Dios, como muestra la experiencia de la historia de la Iglesia y de los santos. Pero si un matrimonio en conciencia decide que es más responsable tener menos hijos, no hay ningún problema. Esto no debe tener nada que ver con la fe. También puede estar influido, obviamente por cuestiones económicas, pero éstas tampoco deben ser determinantes.
Tradicionalmente se enseñó que hay determinadas actividades o profesiones (científico, explorador…) que pueden requerir una dedicación plena…
En realidad, no. La Iglesia nunca ha enseñado eso. Como ya hemos indicado, la Iglesia enseña que existen 3 vocaciones. Sin embargo, puede haber personas que sientan una vocación específica especial que esté fuera de lo normal o habitual. Pueden ser personas que se sientan llamadas a entregar la vida en otras áreas que no sean las comunes. En tal sentido, puede haber personas que efectivamente sientan que Dios les llama a entregarse en la ciencia o en otros quehaceres, en el cuidado de las personas, en la educación, etcétera. Pero esto debe ser una llamada de Dios, no un capricho personal, ni una búsqueda de auto realización. De hecho, hay muchas personas que se han quedado solteras para dedicarse a algunas actividades profesionales simplemente por concentración, por gusto, por dinero, por problemas sociales, por falta de tiempo u otras cuestiones. Esto no es lo ideal. Si uno siente que debe dedicarse en cuerpo y alma a algo tiene que ser porque sienta que Dios se lo pide. Debe ser una decisión discernida.
¿Cómo puede una persona ser fecunda viviendo soltera?
Una persona soltera puede ser fecunda, entregando la vida a sus amigos, a su familia, a sus sobrinos, en su parroquia, en una comunidad, en un voluntariado, en un comedor social, en algún tipo de actividad, en su propia profesión, etcétera. La fecundidad no es algo solamente biológico. Una persona soltera puede hacer un gran bien en la parroquia siendo catequista voluntaria de Cáritas, ayudando del Consejo de Economía, sacristana o dedicándose a la oración o montando grupos o coordinando las actividades. Una persona soltera puede perfectamente dedicar todo su tiempo a ayudar a los pobres con las hermanas de la Madre Teresa de Calcuta o con alguna otra congregación o visitando enfermos en hospitales o a niños abandonados. Una persona soltera puede ser perfectamente fecunda cuando su trabajo consiste en darse a los demás. La fecundidad es un concepto muy amplio que no está restringido a la biología. De hecho, precisamente lo que tiene que buscar cualquier persona, sea soltera o no, es ser fecunda. Como dice Jesús en el Evangelio, si el grano de tierra no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto.
¿Es conveniente siempre que la persona soltera viva una especie de consagración, una pertenencia a una orden tercera o comunidad?
Para mí sí es conveniente. Obviamente, esto es una opinión personal. El Código de Derecho Canónico contempla la posibilidad de que una persona pueda consagrarse privadamente al Señor. De hecho, puede consagrarse por un año sin permiso del obispo a su propio párroco y esa consagración se puede renovar. Si quiere consagrarse por más de un año tiene que ser ante el obispo. Se trata de una consagración personal, no de una consagración en vida religiosa. También la pertenencia a una orden tercera entra dentro de esta especial vocación que pueden sentir las personas que por diversas circunstancias se han quedado solteras. Por otra parte, pienso que el Señor va a ir suscitando poco a poco, comunidades de personas solteras. Esto es inevitable. Ya que en la actualidad, por muchas cuestiones que escapan a la alcance de este artículo se van a quedar solteras. Pero no están llamadas, están solas. Por lo cual pienso que el Señor suscitará si es que no lo está haciendo ya. La idea de comunidades de personas solteras que vivan una cierta forma de consagración privada o personal. Recordemos que la vida es para entregarla, no para guardársela y la consagración sea privada o pública es un modo precioso de comprometerse a entregar la vida al Señor.