Marzo naranja
Hace unos días me llamaron de un informativo digital (no este) para preguntarme acerca de las elecciones holandesas. La entrevistadora quería saber, sobre todo, qué catástrofes se avecinaban si se producía “una victoria de Wilders”. Al parecer, los medios llevaban varios días dando la matraca y poniendo el miedo en el cuerpo a todo el mundo ante la probable victoria de Tulipán Trump y el consiguiente Nexit. Como yo no suelo leer los periódicos ni ver la televisión, me sorprendió un poco la alarma de la periodista que me llamaba. Así que consulté los resultados electorales de las últimas tres elecciones y las predicciones de las encuestas y vi que era todo un cuento. Con estos datos y con el sistema electoral vigente en Holanda era absolutamente imposible que Tuli-Trump alcanzase el gobierno, teniendo al resto de partidos en su contra. Le dije a la periodista que igual no se sabia quién había ganado las elecciones hasta un par de meses después. Esto le puso un poco triste. Pero la democracia parlamentaria es lo que tiene. Un día vas a votar y al cabo de varios meses de negociaciones secretas entre partidos se presenta en sociedad al ganador del concurso.
Es divertido ver cómo analizan los medios el resultado electoral. Y trágico ver cómo la gente se cree tales análisis. Bueno, a lo mejor ni siquiera eso, porque a la gente le da bastante igual. La cosa es que en el diario Ara, por ejemplo (nada que ver con Ahora, aunque signifique lo mismo…) leo “Holanda frena al xenófobo Wilders”. No me cuadra mucho esta afirmación cuando los partidos que estaban gobernando (VVD y PvdA) han bajado del 50% de votos y 79 escaños en 2012 (sumados los dos) al 27% ahora (33 escaños para VVD y 9 para PvdA). Y el partido xenófobo en cuestión ha pasado de un 10 a un 13% (de 15 a 20 escaños). Con lo cual ha quedado en segunda posición, mientras que nunca había pasado del tercer puesto. El titular se explica por las expectativas que habían levantado algunos sondeos de hace un mes (en que Wilders salía como primera fuerza, lo cual, insisto, no le hubiera garantizado gobernar ni mucho menos) y las supuestas sorpresas del Brexit y de Trump (hay un estudio muy interesante de Nate Silver que explica la existencia de una “burbuja informativa liberal” como la causante principal de tales supuestas sorpresas). Un análisis frío de los resultados en Holanda debería llevar más bien al titular siguiente: “El PVV sigue creciendo pero gobernará una supercoalición de centro derecha”.
Aunque las cifras oficiales no se conocerán hasta dentro de unos días, el recuento final no afectará apenas a las negociaciones, que ya han empezado. Yo me inclino a pensar que se formará una coalición entre VVD (liberales de centro-derecha), CDA (democristianos de toda la vida), D66 (liberales de centro-izquierda provinientes de la socialdemocracia) y PvdA (socialdemócratas de viejo cuño). Suman 80 diputados y la mayoría absoluta está en 76 (el parlamento holandés tiene 150 diputados). Lo interesante es que no hay ninguna coalición de izquierdas que sume mayoría absoluta. El partido GL (izquierda ecologista) con un joven líder guaperas tipo Pablo Iglesias, es el que más ha crecido (de 2,3% de votos en 2012 a 9,1% ahora) pero no conseguiría sumar mayoría absoluta ni siquiera sumando a PvdA, D66, SP (socialistas escindidos del PvdA por la izquierda), Denk (partido antixenofobia de turco-holandeses escindidos del PvdA), 50+ (jubilados) y los Animalistas. Total de estos 7 partidos: 68 escaños. No llegan.
Otra coalición probable es VVD+CDA+D66+CU. Este es un partido católico, con una base de votantes muy estable, que llevan sacando 5 ó 6 diputados desde 2006. Precisamente en la legislatura 2006-2010 formaron parte del gobierno de coalición liderado entonces por la CDA y junto a los socialdemócratas del PvdA. También hay un partido protestante (SGP, 3 escaños) pero son demasiado de derechas para el gusto de los liberales, así que se suelen quedar fuera del pastel.
Por último, un partido del que nadie habla es FvD, que es lo más parecido a Wilders pero sin su cara de tonto. Han sacado 2 escañitos. Considerando la elección en su conjunto, afirmar que el europeísmo ha ganado al euroescepticismo es, por lo menos, discutible. Porque también se podría afirmar que el euroescepticismo ha batido sus propias marcas y sigue subiendo. Sobre todo si se analiza en clave de evolución interna del país. Otra cosa es que, visto desde fuera y con cierto afán de crear alarmas pseudoinformativas, los medios extranjeros hayan querido plantear estas elecciones como un referéndum sobre Europa. Es patético ver cómo los medios de comunicación repiten sin capacidad crítica alguna que la participación ha sido más alta que nunca y convierten el dato en un símbolo de la tolerancia y el espíritu democrático holandés. Un titular de El Mundo: “La participación masiva frena en Holanda el populismo de Wilders“. ¿Será verdad, no? Si lo dice El Mundo… Sin embargo, la verdad es más modesta. Ha votado el 80%. En 2012 y 2010 votó el 75%. Uf, vaya cambio ¿no? Pues no. Lo mejor es que en 2006 votó también el 80%. O sea que no, que no dan ni una.