La “diarrea legislativa” -es feo, ¿eh?- del presidente Sánchez y su necesaria solución
(Por José Fermín Garralda) –

HEMOS recibido como noticia que no damos nosotros, un compendio de lo que queda de la “diarrea legislativa” del actual presidente de Gobierno. Vaya Vd. al enlace. En él vemos que éste “dictadorzuelo” acapara el poder legislativo al recibir el apoyo de los que odian a España, los golpistas separatistas y los amigos de etarras. Tiene, por lo mismo, el poder ejecutivo. ¡Esta es la separación de poderes del liberalismo! Y también está dando grandes pasos del todo irregulares, para controlar el poder judicial, lo que es del todo coherente si ya tiene los otros dos poderes. Este no es de los que se queda a medias. ¡Que engaños los del liberalismo!
Luego dicen que esto es democracia. Esto es la corrupción de la democracia, que ya empezó a estarlo cuando fue picada de muerte por el virus liberal, que a su vez se reproduce solo como virus socialista.
Ya casi estamos en una dictadura formal, pues la dictadura material ha ido creciendo tantísimo -debido al ateísmo teórico/práctico de la actual Constitución de 1978 y a la falta de una sociedad organizada-, que lo material ya casi se ha convertido en dictadura formal. Por algo Pedro Sánchez dice de él mismo que pasará a la historia por haber desenterrado el cadáver del Generalísimo. Esto es un modo de autoacusarse. Lo que queda de refilón es que diciendo eso, él quisiera ocultar su triste verdad en la mentira -y gran mentira- que dice sobre otros.
¿Por qué no reconocer de una vez que sin Dios, sin N.S. Jesucristo, no es posible una Constitución sana? ¿Y que sin una salud fundamental se llega a lo que hemos llegado? Que Dios esté presente en la Constitución y en las principales leyes que la desarrollan, significa que las preside e ilumina, sin dejarlo a las decisiones y refrendo personal de quien hoy llega al poder. ¿Acaso Dios, N.S. Jesucristo, es algo accidental a la Constitución? De esta herejía vienen todos los males. ¿Acaso puede separarse totalmente vida particular de vida social? Pues el pez grande y voraz se comerá al chico bueno. ¿Acaso no somos “sociables por naturaleza”? Porque Caín sí era el “guardián de su hermano”. ¿Y es que el Gobierno es meramente un asunto administrativo, “no tiene que meterse en esas cosas”, y lo mejor es que ni él mismo existiese? Pues finalmente hemos visto que nunca ha sido así.
El catolicismo-liberal y el liberal-socialismo son una única estafa.

Junto a ello, nosotros queremos combinar la monarquía (suprema potestas), con la presencia de los mejores (por entonces “aristocracia” lo llamaban) y con la democracia (representación de las instituciones sociales en todas las instancias, que a su vez representan todas las actividades propias de todas las personas). Pero claro, esto -ni el conjunto ni la parte- no es ni la democracia clásica ateniense (que no era lo que se dice), ni la democracia “moderna” (que es simple liberal-socialismo, oligárquico, partitocrático y dictadorzuelo), ni el absolutismo del despotismo ilustrado (de los ministros en nombre de quien sea o de los partidos políticos), ni n’a de lo que achacan a los tradicionalistas.
Decimos bien al señalar “tradicionalistas”, aunque éste sea un término manoseado por parte de los que tienen alguna mala conciencia oculta, y hasta por parte del bajo y ahora alto clero, que no critican otros términos como el de progresistas y socialdemócratas -¿por qué será?-. En España a los tradicionalistas se les llama lisa y llanamente carlistas. Y el tradicionalismo no es una ideología aunque acabe en “-ismo”; por lo mismo que tampoco lo es el “cristianismo” y el “catolicismo”.
Lo dicho no es sólo para pensarlo, sino que debiéramos decirlo y, sobre todo, hacerlo. Pero sin lo segundo no hay lo tercero. Por eso hay afines que quizás nos ronden para nada.