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16 de enero de 2025 1

Insulta que algo queda

(Por Gabriel Lozano)

Han pasado dos semanas de un insulto a millones de españoles católicos perpetrado desde la televisión pública. No es una cosa que ya haya pasado y que se olvide por mor de eso que llaman la actualidad, incluso los perpetradores de esa infamia han seguido con sus burlas y chanzas los últimos días.

No conocía hasta hace muy poco tiempo a la impía y bufonesca Lalachus, ni he visto ningún programa del igualmente bufonesco y paniaguado Broncano, son personas que para cualquier ser decente o con una mínima integridad están de más. Por sus acciones los conoceréis y está claro que éstas hablan por ellos. El mostrar en el programa de las campanadas de nochevieja de RTVE una estampita manipulada del sagrado Corazón de Jesús con la cabeza de una vaca es un acto no sólo reprobable, sino que habla a las claras de como los católicos; para los responsables de ese medio y sus superiores políticos, que se hayan en el consejo de ministros; somos personas a las que odiar e insultar sin miramientos.

Digo que no se puede olvidar el insulto porque este no es una situación que venga de un descuido de una desnortada e ignorante “señora”, cualquiera que observe la secuencia de hechos, incluido el mensaje en redes del ministro de justicia del día siguiente, convendrá que todo esto estaba preparado. Desde luego se persiguen unos resultados sociales y políticos, que no son de ahora, sino que vienen desde la aprobación de ese documento antipatriota y anticatólico que es la constitución del 78, porque el actual régimen no se hizo contra el fascismo, que estaba muerto desde el fin de la II guerra mundial, sino contra lo que significa la catolicidad como emblema identitario de las Españas.

Ultrajar al sagrado Corazón de Jesús no es el mayor de los insultos de esta “Dementocracia”, que llama el gran artista Pablo Und Destruktion, la vida y el catolicismo reciben golpes mucho más fuertes con las leyes sobre el aborto o la eutanasia, la cultura de la muerte campa a sus anchas. Es un gesto más del sistema y de la coalición gobernante que busca contentar a sus bases con caramelitos mientras se deteriora el mundo del trabajo y las familias sufren una inflación desbocada que daña su bienestar y su futuro; los barrios de las ciudades se degradan y sufren las consecuencias de la delincuencia y nuestros jóvenes prevén un futuro poco alentador. Esas mismas bases que se comportan como hinchas de equipos de fútbol, la ciudadanía, que en las sonrojantes urnas votan contra sus intereses y se contentan con que les roben los “suyos” y jalean los insultos a sus compatriotas y a su historia.

Por último, apuntar que el dúo de humoristas Lalachus y Broncano; antes, en otros tiempos y lugares, ser humorista conllevaba que tenías gracia al actuar o al contar historias, ahora vale con ser profundamente idiota y seguir la línea ideológica del que paga la subvención; deficientemente educados y como se intuye poco leídos pueden desconocer el matiz satánico de su estampita y ser unos tarambanas con una nostalgia sentimental pobre y rayana en lo etílico, pero no nos cabe ninguna duda de que los que impulsaron y aprobaron su escenificación si lo conocen. Esos hechos siempre tienen más de una lectura, y la segunda es más honda y peligrosa que la primera. De todo ello, si nos dejan las nuevas leyes de censura seguiremos hablando y escribiendo.

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Un comentario en “Insulta que algo queda

  1. ¿Hasta qué punto este tipo de expresiones satíricas o provocadoras, aunque ofensivas para algunos, se encuentran protegidas bajo el derecho a la libertad de expresión en una democracia, y cómo se puede equilibrar ese derecho con el respeto a las creencias religiosas?
    Desde un punto de vista jurídico, el derecho a la libertad de expresión, consagrado en el artículo 20 de la Constitución Española, no es absoluto y encuentra límites en el respeto a los derechos fundamentales de otros, como la dignidad y la libertad religiosa (artículo 16).
    Por tanto, aunque la sátira y la crítica son expresiones legítimas en una democracia, estas no deben convertirse en excusas para menoscabar el respeto a las convicciones religiosas de una parte significativa de la sociedad, tal y como protege el artículo 16 de la Constitución, que garantiza la libertad ideológica y religiosa como pilares fundamentales de la convivencia.

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