Es imposible que un devoto de María se condene
Una de las más consoladoras características de la devoción a María, nuestra Madre celestial, es la garantía de que ninguno de sus devotos, ninguno de nosotros, irá al infierno, si amamos de verdad a nuestra Madre, como el camino más seguro para llegar a Nuestro Señor Jesucristo. Hablamos con el historiador Rafael María Molina para reflexionar sobre esta importantísima enseñanza de nuestra Fe.
¿Es cierto que es imposible que un devoto de María pueda acabar en el infierno?
Nuestra Madre y Señora, la Santísima Virgen, nos ama inmensamente y es el camino más corto y seguro para llegar a Nuestro Señor Jesucristo. Ella solo quiere que le devolvamos al menos una parte pequeña del inmenso amor que siente por nosotros. Dice San Alfonso María de Ligorio que María se encarga de proteger a sus devotos como el águila a sus polluelos y no permitirá que ninguno de ellos se condene eternamente.
Es imposible que un devoto de María se condene, éste es uno de los puntos en que más insiste San Alfonso María de Ligorio, santo con rango de Doctor de la Iglesia en su magnífica obra “Las Glorias de María”: “Ella le alcanzará luz, arrepentimiento, verdadero dolor de sus pecados, perseverancia en la virtud y al fin morir en gracia”.
Es posible que un devoto de María tenga recaídas en el pecado, pero si tiene sincero propósito de enmienda María se encargará de liberarlo paulatinamente de los vicios que le encadenan y hará que muera en Gracia de Dios.
“Ningún pecador, por grande que sea, que se encomiende devotamente a mi Madre, llegará a ser presa del fuego del infierno”, como reveló el Señor a Santa Catalina de Siena.
¿Cuáles son las devociones que más le agradan a la Virgen?
Rezar el Santo Rosario, es una forma ideal de mostrar devoción hacia María. Así como las tres Avemarías, el Santo Escapulario, meditar sus 7 Dolores….
Debemos acostumbrarnos a pensar siempre en María, en tenerla muy presente, igual que un niño pequeño piensa siempre en su madre y se siente reconfortado. Hagamos nosotros eso mismo, recémosle mucho mentalmente y hablemos con Ella como un niño hace con su madre, con confianza, confiándole todas nuestras procupaciones y proyectos y teniendo pequeños gestos de carino hacia Ella
El Salterio Mariano de San Buenaventura, dice: “Señora, vuestros devotos, no verán la muerte eterna”. Y San Alfonso, Doctor de la Iglesia, sentencia: “ Jamás se ha visto que una alma humilde y amante de María se condene”.
De todas ellas, el rezo del Santo Rosario tiene una importancia capital en la devoción a María, ¿verdad?
Así es. El rezo diario del Santo Rosario es la piedra angular de la devoción mariana. Si lo hacemos estaremos pidiendo 50 veces al día a la Virgen que ruegue por nosotros en la hora de nuestra muerte (serían cerca de 20.000 veces al año). Siendo la Virgen nuestra madre amorosísima es materialmente imposible que desoiga o desprecie la súplica de sus hijos devotos.
La única condición es que el rezo del Santo Rosario sea piadoso (eso significa que si alguien viviera en el pecado sin querer salir de él y rezara el Rosario no sería un rezo piadoso sino impío)
Rezar el Rosario es obsequiar a nuestra Madre con una preciosa corona de 50 flores. El Avemaría agrada tanto a la Virgen por dos razones: en la primera parte recibe piropos filiales de sus hijos que ensalzan las maravillas que Dios ha hecho en Ella. La segunda parte es una petición confiada en donde le pedimos que no nos abandone en ningún momento de nuestra vida y sobretodo en el crucial momento de nuestra muerte, que dirimirá nuestro destino eterno. Y si tenemos a María de nuestro lado, no tendremos nada que temer en aquel decisivo momento.
Pero hay que esforzarse en querer salir y liberarse del pecado, ¿no es así?
Exacto. Todo lo anterior no significa que que alguien que viva habitualmente en el pecado, sin esforzarse por salir de él, vaya a salvarse sólo por confiar en que María le salvará. Es necesario, por supuesto, tener un sincero propósito de enmienda sin intentar engañar a la Madre. Algo que es obviamente imposible pues Ella conoce nuestros corazones. Si lo hacemos así, si tenemos recta intención y queremos sinceramente cambiar de vida, aunque tengamos recaídas en el pecado dada nuestra débil naturaleza, no dudemos de que María se encargará de guiarnos hacia el Cielo y se encargará de que no muramos en pecado grave.
Para finalizar, ¿podría contar algún ejemplo que ilustre bien lo importante, que es la devoción a María en aras a la salvación?
San Alfonso María de Ligorio cuenta la siguiente historia, famosa en su época:
“En una ciudad de Flandes, a principios del siglo XVII, había dos estudiantes amigos que frecuentaban las tabernas y burdeles. Un día, uno de ellos se retiró antes a su casa y el otro se quedó más tiempo en un burdel. El que se retiró antes solía rezar al acostarse las tres Avemarías, aunque de mala gana y medio dormido. A mitad de la noche se despertó con una terrible visión.
Vio a su amigo laméntandose desesperadamente entre llamas y con aspecto monstruoso, que le dijo que al salir del burdel se vio envuelto en una reyerta y perdió la vida y se condenó. “A ti te hubiera pasado lo mismo de no ser porque la Virgen intercedió por ti, ya que rezabas las tres Avemarías”. A la mañana siguiente el joven comprobó que su amigo había muerto. Entendió la lección y que debía su salvación a María. Profundamente conmovido, abandonó su mala vida, abrazó la vida religiosa y misionera y murió mártir en Japón”
Javier Navascués Pérez