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11 de noviembre de 2018 0 / / / / / / / / / / / / / / / / / /

El Padre Jorge López Teulón nos habla de su libro: “Vida gráfica del Santo Obispo Mártir de Barcelona Manuel Irurita”

El pasado miércoles tuvo lugar en Barcelona la presentación del libro “Vida gráfica del Santo Obispo Mártir de Barcelona Manuel Irurita”, escrito por el Padre Jorge López Teulón, sacerdote diocesano de Talavera de la Reina, encargado de las causas de beatificación de los mártires de la Archidiócesis de Toledo. En esta entrevista intenta resumir los principales aspectos de su libro y de la vida del santo prelado.

¿Podría hacernos una brevísima semblanza del siervo de Dios Manuel Irurita Almándoz?

Manuel Irurita Almándoz nació en Larráinzar (Navarra) el 19 de agosto de 1876. Doctor en Sagrada Teología en el 1906 y en Filosofía en el 1907. Beneficiado de la Catedral de Valencia en el 1899. Profesor de Canto Gregoriano, de Lengua Hebrea y de Teología fundamental en el Seminario de Valencia. Promotor del expediente de beatificación de la Madre Micaela del Santísimo Sacramento. Visitador de religiosas y Promotor de las Misiones diocesanas hasta que de Valencia pasó a Lérida, siendo nombrado obispo de esta diócesis, el 20 de diciembre de 1927. Excelente músico, fue nombrado presidente de la Asociación Ceciliana Española en el Congreso Nacional de Música Sagrada de Vitoria del año 1928. En 1930 fue nombrado obispo de Barcelona, donde se distinguió por su bondad y santidad. El Dr. Irurita fue asesinado en el cementerio de Montcada y Reixach el 3 de diciembre de 1936, a los 60 años.

¿Cuál era la situación política en España? 

Como escribe Stanley G. Payne, la Segunda República española «sobrevivió a la quema de conventos en 1931 (a menos de un mes de su proclamación), a las tres insurrecciones anarquistas de 1932-33, a la débil intentona militar de 1932 y hasta a la gran insurrección de los socialistas en 1934 para imponer el socialismo revolucionario, o a la declaración de independencia de la Generalidad de Cataluña».

Este trágico periodo de persecución y martirio fue el que le tocó vivir.

Cuando lo nombran obispo de Barcelona es consciente de ir al patíbulo. ¿Cómo afronta el reto?

Creo que se percata de ello según van pasando los años. Lo que tiene claro es a lo que va. Y así lo declara el 17 de mayo de 1930, día de su entrada en la diócesis: “Nuestro ministerio es de un orden superior, sobrenatural, divino; es el mismo ministerio que Jesucristo vino a realizar en la tierra, esto es, la salvación de las almas… ese es su único fin, y esa será nuestra única ocupación, nuestro único negocio, al cual consagraremos todos los pensamientos de nuestra mente, todas las preocupaciones de nuestro espíritu, todos los instantes de nuestra vida (…) hasta la última gota de nuestra sangre, si es necesaria

No nos llaméis a otra parte, porque no iremos; no nos habléis de otra cosa porque no os haremos caso. Cuando las almas van rodando por los despeñaderos del infierno malográndose la sangre de Cristo y las lágrimas de su Madre Inmaculada (…), traición sería divertir la atención a otra cosa. Y cuando los apóstoles del mal, sin ser llamados y sin esperanza de recompensa, trabajan por perderlas con innoble esfuerzo, no tendríamos perdón los llamados por Dios a salvarlas, si no nos diéramos del todo a esa empresa tan divina y urgente”.

Es ciertamente un ejemplo de obispo, dispuesto a dar su vida por defender la verdad y ser intransigente con el mal…

Por ejemplo, en una pastoral de 1935, escribe: “Se nos aconseja por algunos prudentes del siglo que estemos quietecitos esperando tiempos mejores y para evitar mayores males… pero ¿hemos de contemplar, quietecitos y con ojos enjutos, cómo se pierde la fe de España, se corrompe nuestra juventud y van rodando las almas por los despeñaderos del infierno?, ¿y hemos de consentir todo eso para evitar mayores males? Para un creyente, para un buen católico, no hay mayor mal que el pecado y el infierno.”

Condenaba las malas revistas… 

Uno de los primeros libros publicados del siervo de Dios aparece en 1941 con el título de Documentos pastorales. En él se recoge la carta de noviembre de 1931 en que denuncia “con todo el peso de nuestra responsabilidad”, y alerta de una serie de periódicos y revistas “que se editan en nuestra ciudad: …la falacia, la mentira, la más insidiante calumnia contra las personas eclesiásticas y religiosas con el fin de denigrarlas y despojarlas de todo ascendiente moral, la soez caricatura y chiste lascivo para arrancar del corazón del pueblo toda creencia religiosa… son los resortes que utiliza la mala prensa cuya lectura envenena a tantísimas almas”.

Tenía un gran anhelo de que Cristo reinase efectivamente en la sociedad. 

Este anhelo de que Cristo reinara socialmente lo escogió don Manuel como lema de lo que debía ser su pontificado: Oportet Illum regnare, “Es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos bajo sus pies”, como anuncia san Pablo en la primera de sus epístolas a los Corintios (15, 25). Explicaría luego a sus diocesanos su sentido: “Es necesario que Cristo reine, porque para eso, siendo Dios, sin dejar de serlo, se ha hecho hombre … y si no reina Él, reinarán los errores que envenenan, los vicios que corrompen”… “Es necesario que Jesucristo reine por su Corazón, porque de lo contrario reinará por su justicia”.

¿Podía hablarnos de la valentía con la que afrontó su detención y muerte?

Al estallar la Guerra Civil, se dio perfectamente cuenta de la gravedad del momento y del peligro de su vida. De ninguna manera quiso ceder a las indicaciones de algunos amigos, que le aconsejaban saliese de su palacio episcopal y vestido de paisano. Su consigna era la de siempre; su aspiración, la de toda su vida: dar la vida por sus ovejas; el martirio, que es la prueba más apoteósica del amor a Dios. Al asaltar las turbas su palacio episcopal en la mañana del 21 de julio del 36, poco después que el señor obispo hubiera terminado la santa misa, es obligado a salir de su casa; se retira a una casa particular, donde permanece escondido y donde lleva su vida de piedad ordinaria, añadiendo unas veinte partes del rosario y varios viacrucis al día; se resiste a salir de España en las oportunidades que se le ofrecen, por no querer abandonar a sus ovejas; hasta que al anochecer del día primero de diciembre del mismo año, es hecho prisionero con su familiar y algunas personas de su compañía. Es llevado a una casa de la calle Pedro IV, donde se le toma declaración; inmediatamente conducido a la cárcel llamada de San Elías, de donde es sacado a altas horas de la noche del día 3 del mismo mes para ser bárbaramente asesinado.

¿Qué legado espiritual y vivencial nos deja?

Su santidad: Los que le trataron en la intimidad refieren algo, lo que pudieron descubrir, de su austeridad y de su viva intimidad con Dios: se levantaba a las cuatro y media diariamente; tenía varias horas de oración mental, rezaba diariamente las tres partes del santo Rosario, visitaba como una docena de veces el Santísimo Sacramento, practicaba todos los días el viacrucis y en el ejercicio de la mortificación -ha escrito uno de sus íntimos colaboradores- siguió su antigua costumbre de usar disciplina y cilicios, y de entregarse a los ayunos. A las once y media de la noche salía de su capilla para retirarse a descansar. Parece un milagro que sobre el apretado horario da su piedad personal y sus habituales quehaceres pastorales cupiera la enorme actividad que desarrolló el santo prelado en los seis años de su pontificado barcelonés.

Háblenos de lo problemas con su proceso de canonización y de las mentiras al respecto con relación a sus restos.

El siervo de Dios Manuel Irurita fue asesinado el 3 de diciembre de 1936 en Montcada y Reixach por milicias anarquistas, en el cementerio de la localidad. Sin embargo, desde el primer momento se difundieron las siguientes informaciones:

  1. El obispo Irurita habría sido salvado por los anarquistas; es más con la intervención de Buenaventura Durruti quien salvó del linchamiento a Irurita tras el levantamiento militar de julio.

  2. Algunas personas aseguraban haber visto a Irurita saliendo del palacio episcopal de Barcelona dos días después de la entrada del ejército de Franco en la ciudad, el 28 de enero de 1939.

  3. Que tras la apertura de los archivos vaticanos relativos a Pío XI, consta que los servicios de información militar del general Franco daban por vivo al obispo de Barcelona en 1937.

  4. La más rocambolesca: que fue martirizado pero en la Rusia comunista, donde el Dr. Irurita fue llevado preso.

Ante los infundios levantados por algunos, defendidos por otros pocos y divulgados por La Vanguardia, gracias a la actuación del cardenal Ricardo María Carles Gordó, arzobispo de Barcelona (q.e.p.d), se determina por el ADN que ¡al 99,9%! el siervo de Dios Manuel Irurita Almándoz reposa en la capilla del Cristo de Lepanto en la Catedral de Barcelona.

Tras esto se dijo que entonces era el sobrino, el sacerdote Marcos Goñi Almándoz (asesinado junto al obispo), quien descansa en la tumba catedralicia.

Echando mano del árbol genealógico, se desmonta también esa posibilidad por la ruptura del ADN mitocondrial: La bisabuela del obispo ciertamente es la tatarabuela del sacerdote; se trata de Juana Martina Irayzoz. Pero la línea para poder establecer la certeza que nos ofrece el ADN, que pasa de mujer a mujer (bisabuela / abuela / madre) hasta el obispo, en el sacerdote se corta en su abuelo (tatarabuela / bisabuela / abuelo / madre). De modo que cuando el ADN mitocondrial no coincide, es una técnica de exclusión al 100% y sin género de duda. Si coincide, garantiza la descendencia por vía materna, cosa que también ocurre con otros miembros de su familia, por ejemplo todos los hermanos del obispo.

¿Por qué un libro titulado Vida gráfica del santo obispo mártir de Barcelona? ¿Por qué son importantes los documentos gráficos?

Son varias las biografías escritas del Dr. Irurita. Además del citado Documentos Pastorales, que sale a la luz en 1941, con un año de diferencia, en 1972, aparece El Obispo Mártir del valenciano Peregrín-Luis Llorens; y, en 1973, Un Obispo de antes del Concilio, del Dr. José Ricart. Finalmente, el famoso jesuita Adro Xavier, publica en 1990 Doctor Irurita: del consenso al crimen (1876-1936). Por eso, no era necesario, a mi modo de ver, una biografía al uso.

Pero al descubrir que la revista católica La Hormiga de Oro tenía más de 200 fotografías publicadas del pontificado del siervo de Dios en Barcelona, me pareció una manera de volver a mostrar la vida del santo obispo Irurita con apropiados comentarios y valiosos juicios sobre los acontecimientos religiosos y políticos de los años 1930 a 1936 en la turbulenta Barcelona.

El historiador Enrique Moradiellos acaba de declarar que es absurdo el concepto memoria histórica: “La Historia es una disciplina sobre la base de pruebas de testigos, pruebas documentales y pruebas circunstanciales. Las tres pruebas son un repositorio sobre el que el historiador trabaja, pero las pruebas de los testigos no son sagradas, sino sometidas a cotejo. ¿Por qué? Porque la memoria de un testigo es personal y singular, pero además es voluble y cambia con el tiempo; es también olvidadiza, unas veces involuntariamente y otras interesadamente y, por tanto, todo lo que diga un testimonio tiene que ser cotejado con otros testimonios o con pruebas documentales”.

En este caso son documentos gráficos para poder seguir los pasos del que yo considero el mejor obispo que ha tenido la diócesis de Barcelona en el siglo XX.

¿Fue santo y fue mártir?

Eso nos lo dirá la Santa Madre Iglesia. Pero también es lo que he querido mostrar antes de iniciar la andadura de fotos de 1930 a 1936. La Vanguardia Española, de diciembre de 1943, con ocasión del traslado del cuerpo del cementerio de Montcada a la Catedral de Barcelona (es otro de los motivos de la publicación del libro, el 10 de diciembre se cumplen los 75 de ese traslado) se expresa en esos términos para referirse al Dr. Irurita: como santo y como mártir. Como se dice ahora, en el imaginario de los católicos barceloneses no había duda entonces, ni lo hay ahora.

¿Qué aporta su libro de nuevo?

El trabajo que presentamos da razón, una vez más, de la tesis que defendemos para nuestros mártires de la persecución religiosa: fueron mártires porque eran santos. Y lo podemos ver en este libro por medio de la fotografía: su entrega, su abnegación, su amor a los pobres, a la educación católicason botón de muestra de lo que fue el santo obispo Irurita: un administrador justo y fiel, un pastor solícito que entregó su vida por sus ovejas.

Del primer funeral y de la recién estrenada calle del Obispo Irurita acudiremos a la impresionante exhumación del cementerio de Montcada. De la bendición del monumento colocado en la calle del Obispo Irurita asistimos al traslado de los restos a la catedral… Será más que suficiente antes de comenzar la visualización de las 219 fotografías que nos acerca a la santidad del Dr. Irurita y otras 111 imágenes que completan las explicaciones.

Finalmente, háblenos de dos interesantes apreciaciones recogidas en el prólogo de José Javier Echave-Sustaeta de Hispania Martyr:

La finalidad del presente trabajo no es satisfacer la piadosa curiosidad por la figura del obispo biografiado y los trágicos avatares de su época, sino suscitar su conocimiento para seguir su conducta, como enseñó Benedicto XVI en Alemania en septiembre de 2011: “Los mártires no sólo deben ser glorificados, sino servirnos de ejemplo”.

Como decíamos antes el lema episcopal del Dr. Irurita era Oportet Illum regnare (Es necesario que Cristo Reine)… y es muy oportuna su presentación en vísperas de la celebración del centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, que tendrá lugar el próximo mayo de 2019 en el Cerro de los Ángeles ante su imagen, en cuyo basamento figura el texto esculpido en piedra: “Reino en España”.

Javier Navascués Pérez

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