Doctor Ilzarbe: “Esto en realidad es una infodemia, epidemia de periodistas. ¡Un circo mediático!”
Una entrevista de Javier Navascués
El Dr. Luis María Ilzarbe Querol es Director Médico y Fundador de Clínica Ilzarbe. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valencia en 1978 y Diplomado Militar y especialista en Odontoestomatología en 1982. Es Oficial médico de Ejército y Miembro fundador de la AIIO (Academia Iberoamericana de Implantología Oral) en Montevideo. Uruguay. Ha participado como conferenciante en Congresos a nivel nacional e internacional y ha sido Presidente Comité Organizador del XXVI Congreso Nacional y XIX Congreso Internacional de la Sociedad Española de Implantes en Mayo de 2012 en Valencia. Ha sido vocal durante 12 años de la Sociedad Española de Implantes (SEI)
El doctor Ilzarbe analiza, desde su experiencia y sentido común, aquellas cosas que no cuadran en la pandemia y explica los motivos.
¿Cuándo empezó a sospechar que en el tema de la pandemia algo no cuadraba?
En los últimos tiempos, hemos padecido según la prensa sensacionalista un montón de epidemias apocalípticas que de buen seguro nos iban a llevar al abismo. Cada una de ellas iba a ser el terror de las naciones habidas y por haber. Recuerdo cuando el SIDA que los medios anunciaron una catástrofe sanitaria estratosférica. Luego, todo pasó. Así sucesivamente (no sé si mezclo catástrofes o voy en orden, tanto monta monta tanto) hemos vivido la gripe A, enfermedad de las vacas locas, hepatitis C, SIDA, Ebola, etc.
Esta pandemia no ha sido más que repetición de la jugada informativa pero con mayor despliegue de medios sensacionalistas. La última gran campaña, nauseabunda la viví, fue la del pobre niño de Almería que fue asesinado a manos de la segunda mujer de su padre. El pececito apodaron al niño. El tratamiento del tema lo vi como un regodeo en la tragedia. Bastante antes ya se vivieron en Valencia las condiciones informativas que rodearon al caso Alcácer. Nauseabundo también.
A fuerza de costumbre yo me he situado ante esta “tragedia” en modo escéptico con el pensamiento: otra vez igual. Es como el conocido cuento infantil “Que viene el lobo”. No creí nada y sigo sin creerlo. Es más, en un foro de amigos médicos y militares dije, y me tomaron por loco, que yo no le daba la menor importancia a este asunto basado en las anteriores alarmas sanitarias padecidas que quedaron en agua de borrajas. Por ello, no me ha cuadrado el planteamiento de esta pandemia desde el primer día.
¿Qué es lo primero que no encaja?
Por supuesto, la información de los expertos sanitarios del gobierno encabezados por el Dr. Simón. Cuando escuché de él que el Comité de Expertos estaba formado por unos expertos cuyos nombres no facilitaba para que trabajaran en paz, entendí que lo mismo puede hacer un presidente de Gobierno con respecto a sus ministros. No dar los nombres para que puedan trabajar a tope por la nación. Menuda tontería. Luego, parece ser, lo más grave ha sido que el citado Comité de Expertos no era tal. ¡Que no existía! Una enorme mentira a los ciudadanos que ha quedado en nada. Bestial.
Una vez iniciado el proceso de confinamiento, medida medieval por cierto, me planteé por qué razón conociendo países como Corea del Sur, que habían solucionado el problema exitosamente sin confinamientos y con medidas distintas a las aquí aplicadas, no se les copiaba. Corea solucionó el problema sin machacar la economía con un confinamiento sangriento como estaba ocurriendo en España. ¿Por qué razón no se copió la política sanitaria y social de los que triunfaron sobre la plaga? ¡Si yo no sé de algo me fijo en quién resuelve ese algo con éxito y sigo su hilo! Con los medios que tiene el Estado, se envía una comisión con todos los medios a disposición para estudiar sobre el terreno el remedio y se aplica en España tal cual.
Mi idea de lo sucedido aquí, por hacer un paralelismo, es como si en tráfico hubiera en una carretera una curva mal peraltada que generara accidentes y para solucionarlo la dirección de tráfico peraltara igual la siguiente curva. Conclusión: accidente sobre accidente y tiro porque me toca.
Todo menos copiar a países que sin cargarse la economía están solucionando la epidemia y copiar. Esto es muy fácil. Pues no se les ocurre.
Luego se fueron sucediendo los despropósitos.
Lo más duro a mi entender es la incapacidad de maniobra de una clase política ignorante, sin preparación. Ha habido un manejo personalista de la crisis por un presidente, Sánchez, que dirige el cotarro con mano de hierro, que ha hecho que todos sus subalternos políticos ahonden sin rechistar en la misma ignorancia en la que ha marchado él. (Es sabido que con Sánchez quien se mueve no sale en la foto). Y esta incapacidad de maniobra se ha contagiado a la misma oposición con alguna excepción. La realidad, sea cual sea el color político, es que la política en España en esta pandemia nos ha llevado a una catástrofe sanitaria y económica a la que se está sumando, lo ha dicho ya Luis Rojas Marcos, la catástrofe en el humor de los individuos. Los psiquiatras aprecian un aumento alarmante de psicopatías principalmente del tipo ansiedad y depresión.
Tengo un par de amigos que han estado en cárcel por distintos motivos. Durante el confinamiento de los pasados meses se me ocurrió preguntarles, ya que ellos tenían ambas vivencias, cuál de las dos era a su juicio peor: el confinamiento COVID en el domicilio de cada cual o el régimen carcelario. Ambos me contestaron sin ambages que el confinamiento domiciliario, de largo. En una cárcel puedes moverte, hacer vida social, disfrutar de salidas controladas, etc…. Mucho más llevadero.
Por supuesto, este encarcelamiento masivo ha sido criminal para el humor de los individuos. Y esto es muy nocivo. Pensemos que un edificio está construido con ladrillos. Si los ladrillos son fuertes, el edificio será robusto. Si los ladrillos son débiles, el edificio irá al suelo a la menor contingencia. Esto mismo cabe para la unidad familiar, tan amenazada y carcomida, pero este es otro cantar. Triste cantar, también.
La realidad de los resultados ha hecho que Sánchez haya vuelto de vacaciones pasando la patata caliente a las autonomías. Lávate las manos que pierdes votos… Las autonomías, por lo que estamos viendo, no corrigen la deriva sino que siguen la misma sistemática. El ejemplo lo estamos viendo. Me encuentro en Santoña (Cantabria) donde nos han confinado los que saben de esto del Gobierno cántabro, que saben lo mismo que saben los del gobierno central: muy poco o nada. De este modo, las malas prácticas del gobierno central parece que se van a multiplicar por 17 autonomías y dos ciudades autónomas. La verdad, como dijo no hace mucho de Zapatero el genial Jaime Bayly cuando Zapatero se vanagloriaba de entender mucho del problema venezolano porque había viajado muchas veces a Venezuela: “Un tonto que viaja 38 veces es un tonto viajado”. Pero es un tonto.
Sin embargo es de asombrar como la mayoría de la gente lo ha creído de manera acrítica.
Bueno. A mí no me asombra demasiado. Estoy ya hecho a que cualquiera entienda de medicina más que yo. Estoy estos días santoñeando. Me gusta arrimarme a corrillos para oír opinar a las personas. Repiten y repiten los patrones que escuchan en los medios de modo machacón y te atacan sin misericordia si opinas algo distinto. Es enorme la cuestión. Aquí hay una verdad y hay que repetirla. ¡Tenemos heredado un procedimiento dañino y seguimos la huella!
Yo a los telediarios ya no les llamo telediarios sino Coronavirus y algo más. Es bestial la tormenta de información sobre el monotema. En mi domicilio no veo tv, salgo a la calle y en cualquier cafetería la misma cantinela a todas horas: coronavirus, coronavirus y al final coronavirus.
Como he dicho más arriba, la tormenta informativa lleva a la desinformación, a sumir a las personas en un marasmo de cifras, cifras y cifras, noticias y más noticias… y a la confusión. Y no en este asunto. En la mayoría de asuntos que componen el enrejado social.
Un ejemplo sin mayor intención. Una comparativa del coronavirus con el aborto, la “interrupción voluntaria del embarazo”, eufemismo que tiene cojones (disculpe, pero no lo puedo calificar de otro modo). Soy médico y, obviamente, soy contrario al aborto.
Si en 2018 se practicaron 95000 abortos en España y dividimos por 365 días que tiene el año salimos a un promedio de 260 muertes al día. La plaga del aborto se ha llevado en 10 años 1 millón españoles al saco. (En nada no queda en España ni el Tete…. pero este ya es otro cantar…).
El 4 de septiembre actual murieron en España 32 personas por coronavirus según las cifras oficiales…(Discutibles, pero vale. Se trata a groso modo). El coronavirus se ha llevado de 25 a 50 mil españoles al cementerio en total contra 1 millón de españoles muertos por aborto.
¿Es más importante una plaga que produce de 25 a 50 mil muertos que una plaga que produce 1 millón de muertos?
¿Es mayor la calidad de un muerto por coronavirus que un muerto por aborto o cualquier otra causa, aunque sean estos últimos mucho más numerosos?
¿Hay muertos de primera categoría y muertos de tercera?
¿Hemos de considerar deshonroso, de poca categoría social, morir por algo distinto al coronavirus que es una muerte cool?
En cierta manera la vida ya no ha vuelto a ser igual.
La vida no ha sido igual desde la aparición a saco del cientifismo. Y no es que vaya a ser igual, es que la vida va a peor. Thomas Merton en La Montaña de los Siete Círculos hace una afirmación que pone los pelos de punta, de cierta: “Tememos pensar en el suicidio y, sin embargo, necesitamos pensar racionalmente en él, si podemos, porque precisamente una de las características de nuestro tiempo es el ser una época suicida.”
Vivimos, desde luego, en la más avanzada de todas las culturas urbanas…El auténtico pecado radical del hombre moderno es que, ignorando y despreciando el ser, y especialmente su propio ser, ha hecho de su existencia una enfermedad, y una aflicción. Y, extrañamente, lo ha hecho con toda clase de excusas vitalistas, proclamando en cada ocasión que se encuentra en fronteras de nueva abundancia y dicha permanente….”.
Esto es lo cierto. Nos encontramos en la frontera de la nueva abundancia y la dicha permanente… y el humano moderno no tiene otra que el consumo de psicotrópicos para evadirse de tanta ¿felicidad?
El análisis de esta pandemia es una vuelta más al análisis de que necesitamos un cambio radical. Estamos hablando de un hecho sanitario, me pueden decir. Bueno. Yo entiendo al ser humano como un todo y todo influye en todo. Las enfermedades del hombre moderno no son las enfermedades del hombre de la Edad Media. Hoy en día se habla de la epidemia de las tres CCC, cuestión que en la Edad Media no se daba: Cáncer, Circulación y Corazón. En este siglo hay que añadir, ya, nuevas epidemias. Para mí la principal es la epidemia de las mentes: las psicopatías. Los psicotrópicos no son por casualidad uno de los grupos de medicamentos más vendidos, y en alza. Y unas mentes débiles llevan a la patología por la vía directa. El debilitamiento del soma, de la biología. Lo de mente sana en cuerpo sano, y al revés, no es una invención de nuestro tiempo. Ya lo descubrieron los romanos. Y los romanos copiaban un congo. Y hacían bien. O sea, que es anterior.
¿Confía que podamos volver un día a la normalidad de antes de la pandemia?
Es muy difícil. El mundo lleva unos trazos muy torcidos. Siempre existe la esperanza, por supuesto, pero los medios de información son muy torticeros y la estructura política es criminal. ¿Por qué razón hemos de estudiar, estudiar y estudiar para ejercer una profesión y sin embargo un cateto puede llegar a ministro por la razón de haberse metido en una lista electoral sin exigencia alguna cultural? ¿Le gustaría a usted vivir en un pueblo y que una infección renal se la tratara un individuo ignorante por la razón de que sus conciudadanos lo habían votado para ser el médico del pueblo?
Si la capacidad de influencia informativa de hace un siglo era limitada, la capacidad actual es enorme. Son muchos los expertos que hablan de la desinformación que produce paradójicamente el enorme acumulo de información disponible hoy día, especialmente desde la aparición de internet. Entre ellos, el ministro Castells. Creo que lo leí hace un congo en su libro “La sociedad red: una visión global”.
Todo indica que está siendo un experimento de control social…
Estoy de confinamiento en Santoña. Acabo de ver un periodista con cámara y micrófonos. Le he dicho que si es que tiene patente de corso. Parece que sí. Los periodistas ni se contagian ni contagian. El confinamiento no es para ellos.
Esto en realidad es una infodemia, epidemia de periodistas. ¡Un circo mediático!
En mi juventud recuerdo un periódico que tenía mucho éxito porque vendía morbo: El Caso. Lo de ahora es muy parecido.
La curación vendrá cuando deje de interesar informativamente el Covid. Mientras, seguirá la alarma y seguirá el Covid. Asistimos a una nueva era, donde las enfermedades ya no las curamos los médicos sino los informativos. Tiene cojones.
Le voy a contestar a esta pregunta con unas ideas en forma de hipótesis que he escrito hace nada reflexionando sobre la cuestión de esta pesada e incógnita plaga con el título:
“Táctica militar y biología. Primos hermanos.”
Médicamente a mi juicio ya no hay problema con el coronavirus. Sin embargo, esto durará lo que los periodistas quieran. Pero sanitariamente ya está solucionado hace tiempo.
Y es que hoy en día la medicina ha sido desbancada de su papel terapéutico por la prensa de tal modo que la curación ya no la procuran los médicos sino los periódicos. Tiene cojones.
Yo ya no llamo “telediario” a los telediarios. Les llamo “Coronavirus y algo más”. Los periodistas han encontrado un filón con el bicho, como en anteriores casos (SIDA; vacas locas, gripe A, etc) pero multiplicado por mucho entre otras razones por la ineptitud de nuestro gobierno. A río revuelto, ganancia de pescadores.
Los periodistas están explotando hasta la saciedad la noticia y si no hay novedad la fabrican o se la inventan. Es nauseabundo. El mundo de las noticias es un mundo noble en origen que hoy, como en tantas cuestiones de esta sociedad cruel, ha entrado en el veneno del vil metal, el periodismo ha sido dominado por el dinero.
Un periódico debería imprimirse en tanto y cuanto haya noticias. Si no hay noticias, no se imprime y punto pelota. Pero cuando un periódico pasa a ser un negocio ha de salir a la calle todos los días, con o sin noticias…. Y si no hay noticias, pues exprimes las de ayer o buscas petróleo donde no lo hay. Pero lo encuentras, sí o sí… que mañana hay que imprimir. La rueda pútrida del negocio del puto metal.
Si no tiene nadie ni idea, científicamente hablando, del tema del coronavirus lo razonable es acogerse a la lógica, que es una sabiduría muy anterior a la científica. Hablamos de filosofía, nada menos.
Cuando una ciudad que vive en paz y sin sobresaltos es atacada por una fuerza feroz, numerosa y por sorpresa, por lógica se producirá una carnicería. Pero cuando el enemigo se ha ido con su botín, los habitantes sobrevivientes se armarán y fortificarán la ciudad para estar preparados ante futuros ataques. De este modo, cuando el enemigo vuelva a atacar la ciudad se va a encontrar con un colectivo fuerte y seguramente inexpugnable. El enemigo fracasará.
La biología, ciencia de Dios, ciencia de la naturaleza, actúa del mismo modo. Un germen patógeno agresivo te pilla en bragas en la primera andanada. Y hace estragos. Una vez concluida la primera ola, los sobrevivientes desarrollan biológicamente unas barreras o fortificaciones contra un nuevo ataque. Los anticuerpos. Es lo que se llama en la ciencia médica inmunidad. La nueva ola atacante tropieza contra la barrera inmunitaria y es rechazada.
Los que no han muerto en la primera ola son fuertes ahora.
Médicamente ya no hay mayor peligro, pues…. El peligro es el periodismo. El vil metal.
Y es que hoy en día, repito, la medicina ha sido desbancada por la prensa de tal modo que la curación ya no la procuran los médicos sino los periódicos. Tiene cojones.
Hay una última verdad, bastante triste: Internet, el monstruo de la información, ha venido a crear la confusión. El enorme flujo de información desinforma y crea el caos. Así nos va.
Así pues, si podemos hablar de una táctica de control social evidentemente. ¡Los médicos ya no curamos enfermedades! El mundo al revés. Más bien yo hablaría de “descontrol social”. ¡Que Dios nos coja confesados!
Pero, bueno. Hay que tener humor y sobre todo esperanza, que ilusiona. Lo dijo Unamuno creo que en Vida de Don Quijote y Sancho: La posesión destruye lo que la esperanza crea.
Y no hay que perder la ilusión de que el mundo mire hacia un destino de entendimiento, serenidad y amor.
Valdría para analizar esta situación y situaciones pasadas la reflexión nada menos que de Oriana Fallaci en diario ABC en 2005. Ya sabemos que no era sospechosa políticamente:
“No puedes sobrevivir si no conoces el pasado. Sabemos por qué se han hundido todas las demás civilizaciones: por un exceso de bienestar, de riqueza y una falta de moralidad, de espiritualidad…. En el momento en que abandonas tus principios y tus valores… en el momento en que te ríes de esos principios y de esos valores, estás muerto, tu civilización está muerta”
Así pues, en ello estamos….