Diez años después del fin del terrorismo etarra. La guerra continúa.
(Por Carlos Ibáñez) –
Con motivo de la celebración de los diez años de la declaración de ETA renunciando a la lucha armada, hemos escuchado la declaración de una de las víctimas de la banda. En esencia decía que le destrozaron la vida, que no ha podido rehacer, y que no perdona.
Nos ha sido inevitable recordar un suceso que sucedió en nuestra niñez. La familia de los Díaz de Acebedo estaba compuesta por el padre, viudo, una hija y tres hijos, uno de ellos jesuita. La guerra había sido dura con ellos. Al comienzo de la misma los rojos les desvalijaron la tienda de tejidos. Recordamos cómo se llevaron, a la luz del día, todo el género. Llenaron una camioneta y parte de otra. El hijo mayor fue detenido e ingresado en un barco prisión, donde lo fusilaron después de haberlo torturado. Otro hijo de integró en el requeté alavés, pasó a la Legión y quedó mutilado.
Poco después de terminada la guerra el hijo mutilado llegó a la mesa a la hora de comer y comunicó al padre que había podido averiguar el nombre del asesino de su hermano. La reacción del padre fue enérgica:
– “¡Que ese nombre no se pronuncie aquí, si no es para pedir al Señor por él! He ofrecido al Corazón de Jesús la vida de vuestro hermano. Y si no perdonamos, como lo manda el Señor, nuestro sacrificio no servirá de nada”.
Repito que nos ha sido inevitable comparar una y otra actitud. La primera es la de una persona que, o no tiene Fe, o no la vive. La segunda es la de quien vive la Fe. La primera dice que le destrozaron la vida y no ha podido rehacerla. La segunda es la de quien se ha puesto en manos del Señor, acepta su v voluntad y rehace su vida.
Es que el rencor, el no perdonar, no sirve para nada. El mal que acompaña a toda ofensa, no se repara con la pervivencia del rencor. El rencor no sirve más que para amargar la vida del que lo profesa. El perdón es conveniente. No sólo porque lo manda Dios. Sino porque libra a quien perdona de una obligación molesta y estéril.
Hace diez años que ETA renunció a la lucha armada. Pero la guerra continúa. ETA sigue viva. Sus miembros, al salir libres por haber cumplido su condena, son recibidos en bulliciosos “ongi etorri”. Los principios que quisieron imponer por las armas, son hoy defendidos por una organización política legal que tiene gran influencia en el gobierno.
La democracia no nos ha traído la paz. A los carlistas eso no nos extraña pues venimos proclamando que la democracia es la guerra civil incruenta. La paz exige que en la sociedad sean muchos los que ajusten su conducta a los que exige la Fe. Pero en la democracia la Fe está oficialmente proscrita. Por eso nuestros males no tienen remedio.
Un comentario en “Diez años después del fin del terrorismo etarra. La guerra continúa. ”
Antonio Montero
El arma más eficaz de ETA ha sido y seguirá siendo la sodomía pasiva y sangrienta del ¿pueblo? español.