D. Francisco de Goya, afrancesado y admiración de la masonería madrileña
El lugar más paradigmático de la masonería madrileña es, sin duda, la Ermita de San Antonio, museo panteón de Goya y los jardines que lo circundan. Allí se encuentra, como es natural, una estatura del genial pintor.
He repasado, un poco, la azarosa vida del pintor. No cabe duda que intentó plasmar de forma objetiva la historia real de aquellos dramáticos momentos. Tampoco cabe duda de que pertenecía a la masonería, movimiento que llegó con el rey José.
En el Museo Municipal de Madrid se encuentra el cuadro Alegoría de la villa de Madrid que data de 1810 y fue pintado por Goya. a la derecha del mismo pueden verse dos figuras que sujetan un medallón en el que originariamente aparecía retratado José I Bonaparte. Los visitantes actuales verán la leyenda “Dos de mayo”, último de los numerosos retoques sufridos por el lienzo, impuestos por los políticos de cada momento.
En el día de hoy, cuando pasaba junto a la glorieta de Goya, encontré una nueva estatua del mismo. Curiosamente, situada sobre una estructura en forma de pirámide (qué manía tienen los masones por las pirámides….) y parte de ella reproduciendo el llamado triángulo mágico egipcio, que viene a ser una especie de cartabón que utilizaban los constructores de pirámides.
Cómo siempre realizo la misma reflexión: quién diseñó este movimiento y quien lo permitió con las actuales características. Y es que los masones nos invaden, marcan su territorio tal como lo hacen algunas especies de nuestra fauna, nunca se muestran abiertamente pero van dejando su impronta en cada rincón.
Hasta el mismo premio Goya posee un nombre absurdo. Si era un pintor, no sé qué tiene que ver con la cinematografía. Tenemos excelentes directores y actores de cine que podrían llevar su nombre. Se adivina la mano que hay detrás. Y si dominan el cine, dominan el alimento cultural de muchas personas, penetran en esa especie de creencias colectivas que nos van imponiendo.