Conversión total: Ocultista, stripper con tienda erótica, adicciones, vacío existencial, intento de suicidio…
(Una entrevista de Javier Navascués).-
Nuestra protagonista Jessica Martínez Yeste se describe a sí misma de esta manera: “Tan solo soy lo que soy ante Dios. Esta frase de San Francisco de Asís resume muy bien mi vida. Muchas personas no entienden, ni entenderán lo que soy o lo que el Señor ha hecho en mi vida. Intento vivir mi fe de forma tradicional y porque no, radical en todo lo que puedo (sin fanatismos). Sé que tengo una deuda con Dios imposible de pagar. Él vino a buscarme de la forma que menos lo hubiera esperado, me restauró y me da mucho más de lo que yo hubiera podido pedir. Y aunque en mi vida siguen habiendo fuertes luchas, sé que nunca más volveré a estar sola”.
Vayamos directamente ya con su historia de conversión, verdaderamente espectacular. Y providencialmente sale a luz, hoy día de la Asunción.
Las heridas de la infancia marcaron su vida…
De pequeña era una niña muy inquieta y algo hiperactiva… Me encantaba cotillear y estar entre los adultos como una más. Estoy segura de que mis padres se esforzaron por dármelo todo según su criterio y de que simplemente no supieron hacerlo mejor.
Cualquier persona que me conociera hubiera dicho que yo era una niña alegre y muy feliz, ya que siempre sonreía y era muy extrovertida. Aunque los primeros recuerdos que tengo de mi infancia son de estar sola en mi habitación con una profunda pena. Yo necesitaba mucho afecto de mis padres, especialmente de mi padre… Y tristemente mi madre se sintió despreciada y celosa y dió a mi padre un ultimátum, con lo que mi padre se distanció emocionalmente de mi cuando yo era muy pequeña.
Mi madre había fumado porros desde muy jovencita, fumó estando embarazada de mi y siguió fumando hasta hace pocos años. Mi padre trabajaba mucho y yo pasaba muchas horas con mi madre, ella era muy dura conmigo y me humillaba constantemente. Parecía que nunca hacía nada bien a sus ojos por mucho que tratara de esforzarme por ganarme su cariño y su aprobación… Y así crecí.
Mi adolescencia fue muy difícil, pues siendo una chica de carácter fuerte y con mucha rabia acumulada en mi interior, nuestra casa se convirtió en un infierno. Tenía con mi madre frecuentes enfrentamientos que gracias a Dios nunca llegaron a las manos. Pero sí que habían muchos gritos y faltas de respeto por ambas partes. Ella después explicaba las cosas de forma distorsionada y me dejaba sola y aislada de mi propia familia, ya que yo siempre era la mala de la película.
A los 12 años ya perdió la inocencia…
Todo esto me llevó a madurar antes de tiempo, y soñaba con encontrar una pareja con la que irme a vivir fuera de casa y escapar de mi realidad. A los 12 años tuve mi primera pareja con la que perdí la virginidad, algo que para mi era lo normal, ya que estaba enamorada de este chico.
Siempre le interesó el tarot y el mundo esotérico…el lado oscuro, ya desde muy jovencita practicó la ouija….
A los 13 años con un grupo de amigas del colegio hicimos una tabla ouija y decidimos jugar en mi habitación. A día de hoy soy plenamente consciente de que aquello permitió que el demonio, desde ese momento, campara libremente a sus anchas en mi casa y en mi vida.
Yo siempre había sentido una atracción natural por todo aquello que no podemos ver. Quizás fue porque con 4 años se me apareció mi tío que acababa de morir, sin yo saberlo… Mi padre trabajaba en una encuadernación y traía a casa todo tipo de libros, yo siempre escogía aquellos de ocultismo, tarot, lectura de manos, etc.
El alcohol, las drogas y el sexo estuvieron muy presentes en su vida…
Mis padres eran bastante estrictos con los horarios y no me dejaban llegar tarde a casa. Pero eso no fue un impedimento para que pudiera experimentar con el alcohol y las drogas. A los 14 años tuve mi segunda pareja, él era mayor que yo y vendía cocaína, con lo que yo tenía curiosidad por probarla. Así que un día llegué a casa tarde y con la cara desencajada. Mis padres me castigaron, pero tampoco tuvo mayor trascendencia… Así que poco me importaba llegar a casa a las 21h de la noche borracha perdida con 15 años.
Este chico acabó de destruir mi inocencia por completo, ya que era terriblemente agresivo, celoso y posesivo. Y yo era tan sólo una niña que no sabía de qué iba la vida.
Después de poner fin a esta relación, yo estaba muy herida… Pero me volqué en intentar llenar mis vacíos con otras historias sentimentales…
A los 17 años esta persona volvió a mi vida, gracias a mi madre y tuve un intento de suicidio. Con 20 años estaba tan rota por dentro que me convertí en una verdadera cazadora. Ahora mandaba yo y me sentía poderosa… Había aprendido a utilizar a los hombres y los coleccionaba como si fueran cromos.
Una cosa estaba clara; para mi tener sexo era una necesidad, ya que me hacía evadirme totalmente de mi dolor. Solamente me enganchaba a un hombre cuando el sexo era bueno y la relación era tóxica, pues esa adrenalina anestesiaba todo el dolor que me quemaba por dentro.
¿Cómo cayó en las prácticas de la nueva era y cómo le fueron destruyendo más como persona?
A los 19 años hice un curso de meditación gratuito con Brahma Kumaris, una secta hinduista, que me gustó bastante y me abrió un poco más espiritualmente, una nueva forma de pensar, vivir y alimentarme.
Sobre los 20 años llegó a mi vida “el secreto” y con él una revolución interior… Podía manifestar lo que quisiera en mi vida si lo soñaba, y eso sonaba realmente bien. Así que empecé a practicarlo con empeño. Empecé a atraer todo lo que quería o al menos eso parecía… Hasta que tuve un fracaso amoroso con un chico que reunía todo lo que yo buscaba en ese momento y caí en una profunda depresión.
Así que me esforcé mucho en intentar comprender qué había fallado, para poder dar un paso más allá, y así fue como el Reiki entró en mi vida.
No tardé en tener experiencias fuertes con esta práctica, como sentir mis manos arder y poder leer la energía de otras personas con ellas, tener contactos mediúmnicos, ver cosas, tener fuertes intuiciones, etc…
No tardé en hacer un curso de canalización para poder conectar mejor y tener más y mejores respuestas… Así que me volví una cursillista profesional. Tenía la habitación empapelada de diplomas y llegué a gastarme más de 6.000€ en formación.
Tiraba las cartas, trabajaba con los registros akáshicos, magnified healing, péndulo hebreo, cristales etericos atlantes, iba como paciente para hacer constelaciones familiares y un largo etc. Llegué a almacenar centenares de libros sobre sanación y manejo de energías…
Acabó trabajando de stripper y teniendo una tienda erótica…¿Cómo fue esa época?
Paralelamente abrí una tienda erótica, que no fue del todo como esperaba. Yo había trabajado bailando en discotecas y cómo camarera, y llevaba un tiempo vinculada al mundo de las despedidas de soltera haciendo animaciones eróticas. Me propusieron hacer stripptease y decidí probar, ya que necesitaba conseguir más dinero y también hacer contactos para hacer prosperar mi negocio.
Así que trabajaba en mi tienda y los fines de semana hacía animaciones eróticas, algunos striptease y después salía de fiesta.
Me encantaba salir, beber, ligar y ser la reina de la noche. Y alternaba épocas de euforia total donde me comía el mundo con épocas tristes y sombrías de profunda depresión en las que me encerraba en casa y fumaba porros para poder pasar los días.
Sin embargo no llegó a caer en la prostitución, era una línea roja que nunca quiso pasar…
No tardaron en llegar a mi vida oportunidades de tener sexo por dinero, pero era una línea que como usted dice no quería pasar, aunque empecé a planteármelo…
Quizás si alguien me pagaba lo suficiente sí que sería capaz de hacerlo. Pero… ¿Cuánto era lo suficiente? Me llegaron a ofrecer 6.000€ y en ese momento supe que no. No entendía por qué alguien tenía necesidad de pagar tal cantidad de dinero por tener sexo con alguien.
Yo me acostaba con quien me apetecía, y no con quién pudiera comprarme. Seguramente sea para lo único bueno que me ha servido el orgullo en esta vida.
Nunca tuvo paz y buscó a través de la ayahuasca encontrarse consigo misma…¿Cómo fueron esas experiencias?
A estas alturas de la película se me hacía muy evidente que ninguna persona o terapeuta podría ayudarme a estar bien. Yo ya había probado todo tipo de terapias y como mucho estaba uno o dos días bien y después volvía a estar mal.
Por aquel entonces hacía dos años que me había desvinculado de la noche y me enfocaba totalmente en mis terapias y formación. Conocí a un chico que parecía estar estable emocionalmente, aunque consumía marihuana a diario, y al poco tiempo me fui a vivir con él. Yo tenía unos 25 años, y por fin había logrado salir de casa.
No tardó demasiado en oscurecerse todo… Habían discusiones constantes. Yo cada vez estaba más abierta espiritualmente y recibía mensajes “de arriba” cada día, pero en vez de ayudarme, lo cierto es que me sentía profundamente triste y desgraciada y pensaba cada día en quitarme la vida.
Finalmente terminó está relación y de forma un poco providencial me encontré con un retiro de ayahuasca que prometía la sanación de heridas profundas. Eso era justamente lo que yo necesitaba, así que me tiré a la piscina.
El encuentro era prácticamente clandestino, me pasaron la dirección a 10 minutos de la hora del encuentro. El retiro constaba de dos noches con un facilitador que además era psicólogo.
Hicimos la primera toma en la noche del viernes y para mi sorpresa me pasé la noche en el baño a modo de purga… Al día siguiente me sentí tremendamente decepcionada, pues yo esperaba ver claro un camino que seguir, o algo que me diera una dirección en mi vida.
Durante la segunda noche si que pude entrar en proceso con la planta, ver y sanar un trauma reprimido de mi infancia. Lloré, lloré como nunca antes y fue verdaderamente liberador… Al terminar esta experiencia sentí una presencia luminosa a mi lado izquierdo, de alguna forma supe que era Jesús. Aunque yo no era católica, aceptaba a Jesús en mi corazón, no como Dios, pero si de una forma especial.
Cuando fui 100% consciente de mi entorno, me di cuenta de que tenía la cruz del decenario que llevaba en la muñeca completamente clavada en la palma de mi mano, esto me confirmaba mi intuición de que Jesús había estado presente esa noche conmigo.
Tuve una experiencia tan fuerte que ese fue el primero de tres retiros que hice con esta asociación, pero la verdad es que no volví a ver ni a sentir nada revelador, y por el contrario, vi algunas cosas en su forma de trabajar que no me gustaron nada, y decidí no volver más.
NOTA IMPORTANTE SOBRE LA AYAHUASCA: No recomiendo el uso de ayahuasca, no porque la planta sea mala, porque a mí me ayudó enormemente y mentiría si dijera lo contrario. Pero puedo asegurar que he visto demasiadas cosas en todo el tiempo que he estado en contacto con la planta como para saber qué realmente hay muy pocas personas preparadas para trabajar con ella.
La persona que el Señor puso en mi camino contaba con muchas herramientas espirituales como; ayuno, director espiritual, retiros de oración católicos y un largo etc. Habían unos valores muy tradicionales y un pleno conocimiento para trabajar a un nivel energético y espiritual.
Hoy en día, la ayahuasca es un negocio en alza, en una sociedad rota son muchos los que se aprovechan y no tienen la preparación adecuada. Sobre todo, no trabajan con y para Dios.
Los peligros de trabajar mal con esta planta pueden ir desde la infestación o la posesión diabólica hasta un brote psicótico. Te abres totalmente y pueden pasar cientos de cosas realmente peligrosas a nivel espiritual y mental. Hay muchas sectas, incluso cristianas, que hacen verdaderas barbaridades.
Lo que sí que recomendaría a cualquier persona es el ayuno, la oración, la confesión y la adoración eucarística como arma poderosa para salir de cualquier situación. Y por supuesto la comunión diaria en estado de gracia, para que el Señor nos transforme por dentro.
¿Qué persona le ayudó a acercarse a la fe?
Yo estaba totalmente volcada en mis terapias, y buscaba la forma de poder vivir de ello, así que hacía todo lo posible por hacerme conocer. Empecé a colaborar con un centro en Barcelona dónde podía hacer talleres y también terapias individuales.
Yo estaba acostumbrada a escuchar voces dentro de mi cabeza, incluso a veces me costaba diferenciar cual era la mía… Hubo una de estas voces que empezó a sobresalir por encima de todas las demás y me repetía con insistencia “el engaño de la nueva era”. Yo no entendía lo que se me estaba diciendo, pero se hizo evidente que debía distanciarme de todo durante un tiempo. Por lo que decidí irme sola a Tailandia un mes, supongo que en busca de la iluminación o algo similar…
Este viaje marcaría un antes y un después en mi vida, aunque desde luego, no de la forma que yo había imaginado. Este viaje rompió todos mis esquemas. Me pasé casi todo el mes de un lugar para otro buscando “algo” que no sabía que era, y al final decidí meterme en un retiro de vipassana. Lo cierto es que lo que pude observar de estos monjes budistas, ponía de manifiesto que ese no era el camino. Si ellos llevaban toda su vida meditando más de 9 horas diarias y trataban con tanto desprecio a las mujeres que habían estado cocinando de madrugada para que ellos pudieran comer, no me parecía que estuvieran muy cerca de llevar una vida íntegra y con buenos valores. Así que en pocos días decidí marcharme de allí.
Al llegar a casa, me sentía verdaderamente perdida… Me había equivocado de camino, parece ser que el camino espiritual no era lo mío. Ya no sabía qué más probar, ni a quién más acudir.. Me sentía rota y sin rumbo. Por lo que empecé a beber y a fumar porros de nuevo para poder sobrellevar esta situación.
Pocas semanas más tarde, una amiga me pasó el contacto de un hombre que trabajaba con ayahuasca, me dijo que se lo había pasado un paciente con el que tenía mucha confianza, y que era muy bueno trabajando. ¿Qué podía perder? Decidí llamarle y me dio buena impresión, cobraba un precio asequible y parecía tener ética e integridad. Así que decidí ir para conocerle y probar su forma de trabajar.
Al llegar a su casa tuve que esperar un poco hasta poder hacer la entrevista inicial con él, ya que trabajaba con varios pacientes a la vez en lo que llamaba “ceremonia”. Al entrar a su despacho me sorprendí al ver un gran crucifijo detrás de él. Le conté mis problemas de ansiedad y por que estaba allí y me explicó como trabaja un médico de medicina tradicional amazónica, y a que niveles trabajaba la planta.
Antes de empezar la ceremonia, este hombre abrió la Santa Biblia, leyó un pasaje e hizo una oración a Dios para que la ayahuasca fuera una herramienta en sus manos y rezó el Santo Rosario antes de empezar. A mi lado había una mujer vestida de blanco con un Rosario en la mano, que me estuvo acompañando en todo momento. Esa noche pude experimentar como una especie de renacimiento, pero realmente no entendí el sentido que tenía hasta bastante tiempo después.
Tardé en volver algo más de un mes, tras tener una experiencia espiritual y energética totalmente desconcertante. No sabía a quién acudir en busca de ayuda, así que volví a llamar a este médico para hacer otra ceremonia. Necesité volver otro día, ya que había notado mejoría pero no acababa de estar del todo bien. Y fue esta vez la que marcaría un antes y un después en mi vida…
Esa noche pude ver al demonio delante de mí, mirándome fijamente, y pude entender de alguna manera a qué estaba conectada. El médico me llamó para trabajarme a través de cantos y pude distinguir claramente como dio la orden a alguien o algo para que se apartara de mí. Esto me impresionó profundamente. Estoy segura de que él pudo ver lo mismo que yo vi. Me dijo que debía buscar un lugar dónde poder hacer una confesión completa de vida, una iglesia que me gustase, dónde poder estar cómoda.
Yo rechazaba profundamente la iglesia, pero decidí hacerle caso, ya que me estaba ayudando y confiaba en él.
¿Cómo fue ese momento de encontrarse con Dios y empezar la práctica religiosa?
Busqué bastante un lugar dónde poder confesarme y la verdad es que no me resultó sencillo, la información por internet era bastante confusa… Pero el Señor me llevó al Templo Expiatorio de España, en el Tibidabo para darme una gracia tan especial. No sabía bien por dónde empezar… Aunque sí que había hecho una profunda mirada a mi pasado y mi recorrido en la vida, también me había informado para poder hacer una buena confesión y así me puse de rodillas en el confesionario. “Perdóneme, Padre, porque he pecado. Creo que he faltado a todos y cada uno de los mandamientos…”.
Cuando el sacerdote dio la absolución, me sentí como en una nube, y esta sensación duró como una semana.
Por ello fuí a otra ceremonia y le pregunté a Dios y a la planta si ese era el camino correcto. Había pasado 10 años viviendo una mentira y deshumanizándome con la new age y no tenía ningunas ganas de volver a equivocarme. Esa noche tuve una visión de la Virgen de Guadalupe con el Santo Rosario en la mano. Así que decidí volcarme de lleno.
Todavía pasaron algunos meses de limpieza profunda. Empecé a hacer una especie de retiros con este médico en los que era obligada la lectura de los evangelios, el ayuno, el rezo del Santo Rosario y esto me llevó a purgar mucha basura que había acumulado y a abrir mi alma al Señor.
No tardé demasiado en asistir a mi primera Misa y a recibir mi primera comunión. Una gracia increíble, ya que en la parroquia de mi pueblo se podía comulgar por las dos especies, y sé que me ayudó infinitamente. Así que empecé a ir a Misa diariamente siempre que me era posible.
¿Cómo le ayudó conocer al que hoy es su esposo para perseverar en la fe?
Tres años más tarde de mi encuentro con la ayahuasca, terminó mi proceso con la planta. Así entendí que debía ser después de mi último retiro, en el que hice los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola y se movieron muchas cosas en mi interior. Tres meses más tarde conocí al que sería mi futuro marido en una iglesia, en un encuentro de la asociación de Medjugorje Amor de Dèu, en Barcelona.
Un hombre recto, guapo y con un corazón enorme. De Misa diaria, que vivía la fe de forma muy similar a la mía. La conexión entre nosotros fue instantánea desde el momento en el que hablamos por primera vez. No tardamos en enamorarnos y decidir casarnos.
Yo nunca me había planteado llevar una relación en castidad, pero sentía que era lo que el Señor me estaba pidiendo en ese momento. Creo que puedo definir este tiempo como el reto de mi vida, pero gracias a Dios, lo conseguimos. De no haber sido por la fortaleza de mi marido, sé que nunca lo hubiera logrado.
¿Qué supuso para usted poder casarse por la Iglesia y crear una familia?
Vivimos nuestro noviazgo en plena pandemia, por lo que no habían demasiadas distracciones para conocernos bien y discernir la voluntad de Dios. Tras 7 meses de noviazgo, nos casamos. Y cumplí así el sueño de mi vida, el Señor me bendijo con mucho más de lo que pudiera haber imaginado, porque puedo asegurar tras conocer a muchos hombres, que como el que Dios me ha dado como compañero de vida quedan pocos.
Él da sentido a mi vocación, y aunque no siempre es fácil, tengo un compañero de batallas con quien rezar, reír, asistir a Misa, viajar y formar un proyecto de vida.
¿Cómo fue el momento de ser madre?
Seis meses después de la boda me quedé embarazada y fue algo chocante para mí, porque suponía un cambio muy fuerte y de mucha responsabilidad.
La verdad es que la maternidad es dura, sobre todo cuando quieres hacer las cosas bien, porque implica renunciar e implicarte al 100%. Decidimos criar a nuestros hijos como se ha hecho toda la vida, y aunque yo siempre había rechazado la idea de ser ama de casa, supe en ese momento que sería lo mejor si quería estar presente para mis hijos.
Ahora mi hija tiene 19 meses y estoy a pocos días de tener a nuestro segundo hijo. Doy gracias a Dios por poder estar en casa para poder criarlos y hacerlos crecer en la fe católica y protegerlos del mundo.