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3 de febrero de 2019 0

¿Alcanzará Venezuela sus libertades?

La insistencia de una gran parte del pueblo de Venezuela no puede dejarnos indiferentes. Durante tantos y tantos años, siempre le hemos apoyado frente al régimen filo comunista de Hugo Chavez (+ 2013) y luego de Nicolás Maduro, aunque Occidente cerraba los ojos. 

Los venezolanos, mucho más que Occidente, saben qué es la opresión. Los venezolanos tienen ansia de libertades mientras Occidente se aburre con un pésimo ejercicio y corrupción de la libertad. Muchos países de Hispanoamérica apoyan con sencillez y claridad la oposición a Maduro. 

Nuestra devoción por el pueblo, como suma de familias, de barrios organizados y municipios, e incluso de barrios de favelas amontonadas como si de chatarra humana se tratase.

Devoción por las verdaderas libertades, no las que da un Liberalismo que, salvo que haya oligarquías económicas, bien cultiva el neo comunismo sobre una sociedad desvertabrada y demoralizada. 

Nuestra devoción por los millones de pobres que viven indignamente en favelas. ¿Que no hay trabajo que promover, sr. Maduro?

Devotos de la verdadera representación social y política, más allá de modas individualistas e insolidarias. 

Devoción por los jóvenes y niños de toda clase -y nasciturus- que tienen derecho al futuro.

Devoción por los padres de familia y los ancianos. 

Devoción por quienes trabajan por el Bien Común.

Devoción, por último, por la libertad e independencia de la Iglesia católica, garante de la verdad y la justicia. A Ella miramos. Y miramos a los valientes, cuyas memorias del subsuelo nos reconfortan. 


Al fin, el sol de Venezuela se ve nacer desde la hermosura de La Columna, de donde arranca -transformándose en  techo- el pico Bolívar, sobre la sierra Nevada de Mérida, como extremo opuesto al Esequibo. Su altitud está más cerca del sol que el límite Este de la Guayana: la limpia atmósfera de sus más de cinco mil metros, conforta y activa los espíritus cívicos, y es un reclamo al entendimiento de quien se aferra al poder actuando en contra del que -con trampas, eufemismos y ninguna justicia- llama “su pueblo”. 


Dios y no hombre alguno es el único Señor, escudo y fuerza del que nada tiene. Y esto va para todos, maduristas y antimaduristas, ricos y pobres, todos hambrientos de justicia y paz. Ya Maduro sobra, que se vaya: no quiera aferrarse al poder so capa de diálogo de última hora, pues ha demostrado que el diálogo no le interesa. Es como aquellos que quieren negociar una vez que han perdido… hasta el honor.

Gentileza de F. de M. 

2-II-2019


Estas y otras imágenes de la agencia Reuters/Adriana Loureiro, están disponibles y libres en la Red.

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