Racismo, Antifa y globalismo
No es la primera vez que la muerte de un detenido a manos de la policía en los Estados Unidos desata una ola de protestas. Pero sí es cierto que la intensidad de las que se viven hoy parece ser mayor.
Sobre el hecho en sí, que debería ser lo importante, podríamos hablar de los métodos policiales en todos los Estados Unidos –y en otros países- que, cuando menos, podríamos calificar de duros. Podríamos hablar de la composición racial de la patrulla que interviene. Podríamos hablar de si el hecho puntual es un acto racista, más allá del racismo consustancial a las sociedades angloprotestantes (todas ellas formadas con la discriminación como base, en EEUU pero también en Europa, Asia y Oceanía).
Podríamos hablar de todo ello, como también podríamos analizar la inmediata cadena de acusaciones al presidente Trump por parte de medios y famosetes progres, seguidores del partido demócrata, cuando la policía de Mineápolis depende del alcalde, judío y del partido demócrata, o que el gobernador del estado de Minesota también es del partido demócrata, firme colaborador de la multinacional abortista Planned Parenthood y es un ardiente defensor del movimiento LGTBXYZ.
Pero sobre todo queremos recordar la realidad de la cadena de protestas que viven los Estados Unidos y que procura extenderse por el mundo –ayer se producían manifestaciones en Zaragoza y Gerona, por ejemplo- alentados por los medios progres. Grandes medios que no mostrarán imágenes de negros llorando por sus negocios saqueados, ni de negros manifestándose pacíficamente señalando a blancos «antifascistas» encapuchados dedicados a la violencia y la destrucción.
This is who the rioters are hurting.
They’re not hurting the police. They’re not hurting the people who they think are “oppressing them.” They’re hurting people like this. It’s sick. pic.twitter.com/htfM5r90qW
— Cassandra Fairbanks (@CassandraRules) May 30, 2020
Los actores principales de esa violencia no son familiares ni amigos de George Floyd, quien como suele suceder no les interesa más que como excusa. Son organizaciones perfectamente organizadas, financiadas y estructuradas que van hoy a Washington DC como antes fueron a donde sus amos les mandaron con gastos pagados y consignas bien aprendidas.
La organización Antifa, que con toda lógica Trump ha comunicado que será clasificada como terrorista, es una vieja conocida de todo disturbio que se precie. Y bajo sus banderas rojas y negras, sus capuchas y su apariencia proletaria revolucionaria, no obedece más que a la voz de sus amos, todos ellos miembros de las mayores fortunas de las oligarquías mundialistas, que los envían allá donde sea necesario incendiar y saquear para desestabilizar. La cara más visible de sus patrones sin duda es George Soros, si bien éste no es más que un empleado, el más conocido simplemente por ser el más expuesto a los focos.
Hace ya varios años pudimos confirmar, por las declaraciones de quien fue uno de los fundadores de Antifa en Australia, Shayne Hunter, que el objetivo de los multimillonarios patrones no era otro que desencadenar enfrentamientos civiles en cada país en que actúa. Soros no escatima en gastos, y no quiere que sus cachorros se queden en la mediocridad. Según Hunter, el patrón quería formar una organización que fuese «más peligrosa que el ISIS».
La cuestión es: ¿Qué pretende Antifa? Por supuesto, dirán que la lucha contra el “fascismo”. Y para ellos, como señala Alexandr Bovdunov en su artículo «Antifa: el ejército del terror de los globalistas», fascistas «son aquellos que no van a renunciar a ninguna identidad colectiva, desde el arraigo en la tradición, étnica, nación, religión; son aquellos que creen que el hombre es un hombre y una mujer una mujer; son aquellos para los que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer, son aquellos que aman a su pueblo y a su historia; y son aquellos que ven en la cultura no sólo el nihilismo sino también los valores de continuidad y Logos.»
En suma, para ellos fascistas son –somos- todos aquellos que de una u otra manera estorbamos al proyecto político globalista, extendido, defendido y financiado por las élites financieras. De nuevo palabras de Bovdunov: «el antifascismo de hoy día es un fenómeno reaccionario que protege la hegemonía liberal, el estatus quo liberal y los políticos liberales. Quienes no quieren cambiar nada, quienes abogan por atraer a millones de migrantes y reducir la responsabilidad social del Estado y las empresas, que socavan la soberanía nacional de sus países en favor de las empresas transnacionales y están firmemente entrelazados en las redes de gobernanza mundial.»
Antifa no lucha contra el racismo. Ni contra la explotación. Ni contra la discriminación. Lucha contra las familias, contra la religión, contra la tradición, contra la civilización, y en favor de un globalismo ultracapitalista que someta a los pueblos.
2 comentarios en “Racismo, Antifa y globalismo”
TAMBORILERO
la Cruz Gamada de la caricatura SOBRA.que mas quisieran……
¡¡Volverè!!
Luís B. de PortoCavallo
Independientemente de que la viñeta es como su autor la dibujó, el brazalete lleva tachado con una barra roja la svástica, al modo de las señales de tráfico de prohibido. Al parecer al dibujante le ha parecido evidente su significado