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Diario de la pandemia. Miércoles 29

Miércoles, 29 de abril de 2020

Santa Catalina de Siena

Miércoles 3º de Pascua


Malas noticias

“Ya está aquí la desescalada. Tal como decíamos ayer, la destreza del alpinista se demuestra en el descenso. En eso que están llamando “desescalada”. Oyendo las explicaciones del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, cualquiera diría que España, sus empresas y familias, los movimientos de la economía, las agendas de todos los españoles, sus momentos dedicados a la producción, al descanso o al esparcimiento dependen de la mano providente de un gobierno que está jugando a aprendiz de brujo. Los experimentos en ingeniería social de los aprendices, el afán ridículo de mando de un gobierno títere se está demostrando en las migajas ridículas de unas normas farisaicas que van a volver locos a los policías a los que se ha encomendado su cumplimiento. Confiemos en el sentido común, pasemos este trago lo mejor posible, y esperemos que allá por junio esa “nueva normalidad” de la que nos hablan en lenguaje politiqués se parezca en algo a la libertad y a la tolerancia cero contra el mal gobierno.


Crecen las sospechas de corrupción gubernamental en plena crisis. Dentro de los ríos de tinta que van a correr sobre la gestión de la presente pandemia un gran afluente será el desprecio de las autoridades políticas y sanitarias a la industria farmacéutica y tecnológica nacional. En vez de atender las propuestas de los fabricantes españoles, que en casos comprobados ofrecían mayores garantías a menor precio, el gobierno ha optado por conceder contratos millonarios a empresas intermediarias que ya han producido varios fracasos y chascos con test falsos o mascarillas inútiles que ahora tienen que retirar. El titular de ayer del diario El Mundo que recoge la protesta de empresas de biotecnología españolas es llamativo: “Haríamos 1,5 millones de test de COVID-19, pero no nos llaman”.


La epidemia va a afectar también, y mucho a los juzgados. Cuando se vuelva a reanudar plenamente la actividad judicial el sistema de administración de justicia se va a encontrar con un auténtico colapso. Pleitos, juicios sobre despidos, EREs y ERTEs, impagos y desahucios, problemas familiares, recursos contra las sanciones impuestas por el confinamiento, etc. El gobierno y el Consejo General del Poder Judicial están preparando una serie de medidas que podrían incluir, por ejemplo, declarar hábil el mes de agosto en los juzgados. En definitiva, un colapso que es inevitable en una sociedad judicializada.


Esto SÍ es persecución religiosa.

La desescalada religiosa, en las nubes. Cuando los asesores del gobierno han preguntado a la Conferencia Episcopal sobre su criterio para la reapertura del culto la respuesta ha sido que eso lo tiene que decidir el gobierno en sus normas. Pero el gobierno lo que dice cuando se le pregunta es que ellos nunca habían cerrado las iglesias porque eso era un asunto de la Conferencia Episcopal. ¿En qué quedamos? Así es como se producen noticias absurdas como la que comentábamos ayer en la que la Junta de Andalucía, como si fuera asunto de su competencia, se mete a regular la mismísima liturgia católica fijando tiempos de duración de las eucaristías o prohibiendo la comunión. Los casos -muy llamativos, ciertamente- de interrupción policial de algunas celebraciones no nos dejan ver el bosque. La realidad es que en España no existe una persecución religiosa sino un simple ninguneo y desprecio por parte de las autoridades hacia la Iglesia acompañado de unos dolorosos complejos y debilidad por la parte católica.


Prohibida la celebración de San José Obrero en Madrid. La Delegación del Gobierno en Madrid ha respondido a la Comunión Tradicionalista Carlista, convocante del acto, con la prohibición de lo que en realidad había sido anunciado como un acto religioso -un rosario de reparación- , amparado por el artículo 11 del decreto del Estado de Alarma:

“La asistencia a los lugares de culto y a las ceremonias civiles y religiosas, incluidas las fúnebres, se condicionan a la adopción de medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones de personas, en función de las dimensiones y características de los lugares, de tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la distancia entre ellos de, al menos, un metro.”

La solicitud reunía todos los requisitos legales y garantizaba correctamente las medidas sanitarias. Lógicamente, va a ser recurrida por los organizadores.


Buenas noticias

Así es como han reabierto los exámenes en Corea del Sur. Si se quiere se puede.

Paciencia, en unas semanas se irá reabriendo todo. Los hoteles y establecimientos turísticos, por ejemplo, podrán abrir a partir del 11 de mayo en las provincias o islas que demuestren con cifras que la epidemia ha remitido. Todos los demás sectores, sin esperar a lo que diga el gobierno, deberían empezar a movilizarse para exigir que se permita su actividad lo antes posible. Este es más o menos el plan que se aplicará por provincias, de forma asimétrica, dependiendo de si se controla o no la epidemia en cada una de ellas:

  • Fase 0. A partir del 4 de mayo. Primeras aperturas.
  • Fase 1. A partir del 11 de mayo. Apertura del pequeño comercio y de hoteles y alojamientos sin uso de las zonas comunes.
  • Fase 2. A partir del 25 de mayo. Apertura de restaurantes, de guarderías y de centros educativos para la EBAU (selectividad). Cines y teatros y actos culturales en general podrán abrir con una limitación de un tercio del aforo.
  • Fase 3. A partir del 8 de junio se permitirá de nuevo la movilidad entre provincias.

Lee y firma el manifiesto de la Liga Tradicionalista

Por su interés reproducimos a continuación el texto íntegro del manifiesto que acaba de publicar la LIGA TRADICIONALISTA, hermandad de entidades a la que pertenece este diario digital. Para enviar adhesiones diríjanse a este enlace.


Por la recuperación de España

Manifiesto de la Liga Tradicionalista

¡Españoles!, es notorio que el Gobierno, y más aún, el propio sistema político en el que estamos inmersos, bajo el color de la democracia y el progreso, nos quiere imponer un yugo cada vez más pesado después de haberse apoderado de nuestra libertad civil.

El sistema partitocrático que sufrimos desde hace decenios nos despojó de nuestra identidad con engaños y promesas incumplidas; y nosotros, los españoles de bien, fuimos cediendo, ya de grado ya a la fuerza, y no supimos romper el silencio que desde el poder se impuso a la mayoría social. Pensábamos, quizá, que el juego político nos depararía algún día un gobierno que pusiera fin a un estado de cosas que no compartíamos. Sin embargo, el tiempo nos ha demostrado que el error no ha sido confiar en la llegada de posibles buenos gobiernos, sino que el mal procede del propio sistema partitocrático, que para poder sobrevivir necesita de la creación de divisiones artificiales y de la alimentación de grupos sociales y mediáticos que le garanticen un número suficiente de votos.

Por eso, ahora, son cada vez más los que desengañados descubren que se nos traicionó vilmente cuando se nos dijo que en la Constitución todos cabían, siendo la realidad que en la Constitución no cabemos los patriotas, ni los católicos, ni los padres de familia…, ni siquiera los hombres simplemente honrados. En fin, no cabemos los españoles de bien.

Así el independentismo, disgregador de la unidad nacional, ha ido avanzando paso a paso, silenciado por el poder político, hasta el borde de la consecución de su objetivo final: la ruptura de España; los católicos hemos tenido que soportar ya no solo la befa y el insulto a nuestra fe, sino que en muchos casos los ataques fueran realizados en obras supuestamente artísticas pagadas con nuestros impuestos, y, peor aún, hemos tenido que soportar la promoción de falsas religiones como el Islam; a los padres de familia se les ha despojado de su obligación y de su derecho a formar a sus hijos, y han debido soportar, con gran dolor de su alma, la transformación de los centros escolares (aún los privados y concertados) de escuelas de virtud y de verdad, en meros comisariados políticos de difusión de ideologías criminales; y finalmente, los hombres honrados se han visto expulsados tanto de la vida política como de la gran vida social y económica, pues para pertenecer a las mismas debían transigir con la corrupción política y moral y con el pensamiento único impuestos desde las terminales del poder.

La actual situación que vivimos a consecuencia de la crisis sanitaria del Covid-19 ha llevado todos estos extremos maliciosos a su paroxismo. Se ha confinado a toda la población en clara vulneración del estatus jurídico que permite la declaración de un estado de alarma; se ha paralizado la vida económica sin un motivo claro; se ha iniciado la vía de la intervención económica con la apropiación, por la administración, de determinados productos (mascarillas, guantes, equipos de protección, etc.) y determinadas materias primas (alcohol, glicerina, etc.), resultando de tal apropiación el desabastecimiento de elementos necesarios para el combate de la pandemia; y finalmente hasta se han fijado precios máximos completamente imprudentes a determinados productos, lo que ha servido de rémora a su producción.

Pero la realidad de los males morales y materiales a los que se enfrenta España es mucho más profunda. Se puede adivinar en los mismos principios ideológicos de los partidos del Gobierno, así como en los anuncios que -a modo de globo sonda- van anticipando, y que no están encontrando una crítica firme en los partidos de la oposición.

Las principales amenazas son las siguientes:

– La supresión de la libertad de los católicos con la persecución de sus celebraciones religiosas. El ahogo económico de la Iglesia por la vía fiscal o bien con la amenaza de una nueva desamortización con la disculpa de las inmatriculaciones registrales.

– La asfixia de las entidades de enseñanza no gubernamentales con la imposición de condiciones inasumibles por los centros (distancia de separación entre alumnos, medidas de control sanitario, etc.). La aspiración no disimulada de sustraer a los católicos sus centros quitándoles la libertad educativa. El robo a los padres, en definitiva, de su libertad de educación y patria potestad.

– La aceleración de la ingeniería social para oprimir a la mayoría en nombre de un supuesto respeto a las minorías. El mantenimiento de unas políticas antinatalistas, pro ideología de género y de inmigración interesadamente dirigida.

– La extensión de un salario básico universal que provocará desarreglos en la economía mientras crea una masa leal al gobierno. El aumento del endeudamiento de las cuentas públicas en una suicida huida hacia adelante.

– El progresivo desmembramiento de España según el capricho de los partidos separatistas.

– La ejecución de una venganza definitiva por la derrota de la Revolución en 1939; por el descubrimiento y evangelización de un Nuevo Mundo; por la consecución de la Unidad Católica; y por la expulsión del Islam, obligando a todos los ciudadanos, editoriales o asociaciones a sostener la “verdad histórica institucional” de las fuerzas revolucionarias castigando severamente a quien discrepe del relato oficial.

– La limitación de la iniciativa privada, con la clara intención de monopolizar desde el Estado diversos sectores económicos no necesariamente estratégicos.

– El relajamiento de la defensa de la propiedad privada con la aprobación de medidas confiscatorias de segundas residencias u otros inmuebles.

– La supresión o reducción grave del derecho de reunión, limitando el número de personas que puedan reunirse.

– El control de los medios de comunicación a través de ayudas económicas a los medios afines; con la introducción directa de la censura; o incluso a través de la introducción de nuevos tipos penales y sanciones gravemente injustos por desproporcionados.

– La progresiva retirada del dinero fiduciario y metálico sustituyéndolo por transacciones electrónicas que faciliten un control absoluto de la economía.

– La geolocalización de todos los ciudadanos por medio de nuestros móviles y aparatos electrónicos con conexión.

Ante todos estos ataques solo queda una posición para salvaguardar nuestra dignidad y nuestras libertades civiles: comportarnos como españoles, recuperando las virtudes de nuestro pueblo, y armados de valor y abandonando el miedo, proceder, todos a una, a tomar las más activas providencias para escarmentar tal perfidia, acudiendo con osadía a la lucha social y políticapues no hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son.

Desde la Liga Tradicionalista convocamos a todos los españoles de bien a recuperar el orden perdido, volviendo a establecer la debida jerarquía de principios que nunca debimos abandonar:

1º Devolver la vida social a Cristo, alcanzando, a través de su Soberanía social, los beneficios espirituales y materiales que de la misma nacen. Y es que no es posible que el pueblo español, en el que aún queda la fortaleza de la fe de nuestros mayores, y que aún sigue siendo tierra de María, haya primado, en esta crisis sanitaria, los medios humanos a los medios sobrenaturales. Dios permite estos castigos cuando los pecados sociales son numerosos y no reciben reparación. Por ello, esforcémonos en reparar tales ofensas por medio de la petición humilde pero firme a nuestros Pastores para el pronto y pleno restablecimiento de los sacramentos; por medio de la consagración de nuestra patria y nuestra familia a los Sagrados Corazones de Jesús y de María; y por medio, finalmente, de fundamentar las asociaciones laborales, profesionales y cívicas en Cristo.

2º Trabajar con insistencia y sin decaimiento en reconquistar la hegemonía social en todos los ámbitos persuadiendo a la sociedad de que efectivamente el poder político debe ser vigilado y controlado para no acabar en la tiranía y el despotismo actual, pues en vez de servir a la sociedad, se sirve de la sociedad para imponer a la misma su concreta y artificial visión partidista e ideológica del hombre. Para ello debemos ser esforzados en:

– Recordar que el fin del ser humano es su salvación, y que la vida social, económica y política debe servir a este fin principal facilitando un orden justo.

– Recordar que la Política, con mayúsculas, no se puede ejercer en la lucha partidista, sino que superando toda división se debe realizar favoreciendo el desarrollo de una auténtica comunidad humana en la que las obligaciones vengan antes que los derechos.

– Recordar, a tiempo y a destiempo, que hay otros sistemas de representación política más verdaderos que la representación a través de los partidos políticos. Algo que nuestros ancestros resumieron en el antiguo juramento de los reyes de Aragón: “Nos que somos tanto como vos, pero juntos más que vos, os hacemos principal entre los iguales, con tal que guardéis nuestros fueros y libertades, y si no, no.” 

– Y, finalmente, recordando que el verdadero control del poder no se realiza por medio de la división (inexistente en todos lados) entre poder ejecutivo, judicial y legislativo; sino que el verdadero control del poder se realiza distinguiendo la soberanía social de la soberanía política, de modo tal que la política nunca podrá regir lo que es competencia de los organismos sociales naturales (la familia, el municipio, las agrupaciones profesionales y laborales, etc.). No es posible que el poder político nos dé consignas de cómo debemos educar a nuestros hijos, cómo debemos regir nuestros municipios, como debemos producir nuestros industriales, cómo debemos ejercer nuestras profesiones, o cuáles sean los salarios o las condiciones laborales justas.

3º Concitar la unión de todos los españoles que aún se han mantenido inmunes al «pensamiento único» para, deponiendo todo personalismo, y relegando toda diferencia en lo accidental, presentar un frente único por medio de la colaboración sincera de todos los elementos aislados, todas las asociaciones, y todas las agrupaciones que tienen a Cristo por primer fundamento.

4º Trabajar constantemente «como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que en realidad todo depende de Dios» y cumpliendo con nuestro deber por el deber mismo, sin realizar cálculos humanos sobre la efectividad o la eficiencia de nuestra acción. Y es que nuestra acción debe fundarse en lo debido de la misma, y no en su posible éxito a corto o medio plazo, pues este tipo de cálculos humanos nos llevó siempre a la elección del mal menor, que al final, por la vía del retroceso constante y la cesión como guía, nos ha traído a la actual situación de desamparo: incluso aunque una causa estuviera perdida, si es justa, no existe motivo para dejar de defenderla. Este principio nos llevó a conseguir lo que otros consideraban imposible: expulsar al Islam de España (nadie lo expulsó nunca de los territorios que ocupó); vencer al francés, cuando su maquinaria de guerra parecía imbatible; y derrotar al comunismo en 1939, que había trazado sus planes de dominio sobre España.

Como acción primera, para demostrar a los que nos tiranizan que seguimos siendo españoles, y que como antaño somos valerosos y amamos nuestra libertad, os convocamos a todos, mientras dure el presente estado de alarma, y aún después, a salir públicamente a las calles de nuestras villas, pueblos y ciudades a rezar el Santo Rosario, y a solicitar a nuestros Santos y Patronos la intermediación para alcanzar el término de esta epidemia y para alcanzar la dicha de una España que vuelva a ser ella misma.

Como acción segunda, debemos colaborar todos en derribar al actual gobierno, pues ya pocos españoles pueden ocultar su auténtico perfil totalitario de orientación comunista.

Y como acción tercera, esforcémonos en concitar la unión de fuerzas al margen de los partidos políticos. Unión ésta que debe fomentar las iniciativas culturales para mostrar a las generaciones más jóvenes el rostro auténtico de España, que un atajo de traidores se ha empeñado en ocultar; las iniciativas sociales para constituir de nuevo agrupaciones laborales, profesionales, cívicas y caritativas que tengan por centro a Cristo y alcancen la fuerza suficiente para reclamar al poder político la devolución de las obligaciones y derechos que en justicia les pertenecen; las iniciativas económicas que deben reindustrializar España y que vuelvan a mirar con respeto y veneración el trabajo agrícola y ganadero para que no volvamos a depender del extranjero, pues la crisis actual nos ha demostrado al grado de servidumbre y postración (hasta no tener siquiera lo necesario para combatir a un virus) al que lleva la dependencia económica de otros; y finalmente, a fomentar la unión fraterna, en una misma comunidad política, de todas las tierras que fueron un día parte de la Monarquía Hispánica, pues es ésta nuestra vocación histórica. Y renunciar a ella, sustituyéndola por una alianza con la Europa laicista, es renunciar a nuestra propia identidad.

Por nuestro Rey Eterno, por nuestra libertad, por nuestra tierra, por nuestras tradiciones. ESPAÑA, SÉ TÚ MISMA.

 


Y el humor, que no falte (… pero hoy empieza a faltar)

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