Soraya invoca la legalidad constitucional en el Senado para solucionar el problema catalán
Soraya Sáenz de Santamaría ha comparecido en el Senado para informar sobre la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. Lo ha hecho este lunes, en previsión de las elecciones autonómicas que se celebrarán el jueves. En este periodo tan tenso donde los separatistas han querido romper España, hemos descubierto las atribuciones del Senado en el sistema político actual.
Santamaría ha hecho alarde de liquidar las estructuras de Estado que la anterior Generalidad había potenciado. Las embajadas internacionales de Cataluña o la Agencia Tributaria Catalana, entre otras instituciones preparadas para sustituir a la Administración General del Estado, han sido suprimidas porque en opinión de la Vicepresidenta, “son incompatibles con la legalidad y … su único propósito es alimentar” el separatismo. Sorprende la dialéctica de Soraya, que considera imperdonable el discurso separatista en cuanto que es “desleal con el Estado”. Ha declarado que “la peor de las deslealtades ha sido contra los catalanes que legítimamente pueden sentirse independentistas, porque le hicieron creer como una realidad lo que solo era una enorme representación, un ‘fake’ en toda regla, una posverdad en la que las falsedades no solo viajaban por la red, sino también en coche oficial”.
No se ha hecho ninguna referencia a la unidad histórica ni a las tradiciones hispánicas, sino al legalismo liberal. La conclusión de este tipo de comparecencias es siempre una suerte de patriotismo constitucional que en nada se corresponde con la realidad de ser español. El peligro de invocar a patriotismos abstractos es disolver precisamente el amor a la Patria. Todo por el miedo a decir verdades en medio de una dictadura de lo políticamente correcto. Te llamarán facha si hablas de que amas España.
Por otra parte, tiene mucha razón el diario digital Hispanidad, cuando informando sobre esta comparecencia, ha señalado que TV3 y su separatismo recalcitrante sigue en marcha. No es tan elegante hacer alarde cuando la televisión pública sirve todavía a los que rompen el espacio público.