Txillardegi

(Por Carlos Ibáñez ) –
Nos llegan noticias de que las autoridades académicas de la autonomía vasca quieren que en los institutos que de ellas dependen, se estudie la figura de Txillardegi, entre otros pensadores.
Como es sabido, Txillardegi es el nombre literario de José Luis Álvarez Emparanza, que fue uno de los fundadores de ETA.
De Txillardegi nos hemos ocupado en nuestro opúsculo Amor a Euskalerria publicado en el año 2000. Txillardegi era ingeniero Industrial. Hizo la carrera en Bilbao entre los años 1950 y 1956, al igual que el firmante. En su obra Euskal Herria en el horizonte él se refiere a su historial político y da la impresión de que le queda una insatisfacción por los resultados conseguidos. La prueba está en que en la pág. 256 de su obra, dice: “Los que queríamos construir la izquierda abertzale vasca y no nos veíamos de ninguna manera en la línea del PNV ó en su alrededor, estábamos buscando con los ojos cerrados y a tientas, un modelo ideológico aceptable”. Para concluir en su misma obra diciendo más adelante: “Tenemos que seguir buscando”.
La última obra que nos ha dejado es la novela Putzu. En ella nos cuenta la vida de un muchacho donostiarra que se incorpora al ejército carlista. Quienes conocemos la vida de Txillardegi, vemos que en la figura de Putzu ha querido reflejar algunos aspectos de su propia biografía. Nosotros tenemos que añadir aquí algo que no ha dicho en sus escritos pero que sí me dijo personalmente:
“Admiro a Don Carlos VII porque cuando la guerra, los ayuntamientos guipuzcoanos se dirigieron a él pidiéndole normas de actuación, y les contestó: ¡¡Qué queréis que os diga!!, si las necesidades de vuestros pueblos las conocéis vosotros mejor que yo”.
Ignoramos cómo ha podido llegar hasta Txillardegi la noticia. Nosotros en el carlismo no la conocíamos, aunque está de acuerdo con el eslogan tradicionalista de “Más sociedad y menos estado”. El episodio nos llena de ilusión y esperanza. Vemos en él la historia de un vasco que busca el bien su tierra en el campo de la izquierda y queda defraudado. Y finalmente ve en el carlismo algo grande y maravilloso. Y si él lo ha visto, es que lo tenemos.
