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28 de octubre de 2025 0

Estanislao Martín habla de la Jornada de Oración por los agonizantes del 31 de octubre

(Una entrevista de Javier Navascués).-

Estanislao Martín Rincón, maestro jubilado. Presidente del Apostolado de la Divina Misericordia de Toledo.

¿Cómo nace el apostolado de la Divina Misericordia de Toledo y con qué fines?

Nace como asociación pública de fieles erigida por el Sr. arzobispo de Toledo el 5 de octubre de 2023, tras la aprobación de los estatutos presentados. Está registrada civilmente en la Dirección General de Asuntos Religiosos.

A este punto hemos llegado tras un largo recorrido de años en el que un grupo de fieles devotos de la Divina Misericordia en Talavera de la Reina, que nos veníamos reuniendo semanalmente para dar culto a la Divina Misericordia dentro de una parroquia o monasterio, según las nuevas formas de culto enseñadas por el Señor en sus revelaciones a santa Faustina Kowalska, y aprobadas por la Iglesia, y en todo momento, guiados por un sacerdote.

El fin principal, según se puede ver en nuestra web www.divinamisericordiatoledo.es es dar gloria a Dios, Uno y Trino, que se concreta en una serie de fines específicos:

  1. Enaltecer, celebrar solemnemente y promover la Fiesta de la Divina Misericordia el segundo domingo de Pascua.

  2. Venerar y difundir la imagen de Jesús Misericordioso.

  3. Rezar y propagar la práctica del rezo de la Coronilla a la Divina Misericordia.

  4. Venerar y difundir la celebración de la Hora de la Misericordia, a las tres de la tarde, hora de la muerte de Jesús.

  5. Promover la práctica de las obras de misericordia espirituales en favor de las personas necesitadas de una profunda renovación moral, los agonizantes y las almas del purgatorio. Promover la práctica de las obras de misericordia corporales y espirituales ayudando y socorriendo a quienes sufren carencias vitales básicas o situaciones de especial dolor, sin excepción ni distinción.

  6. Promover la formación humana y espiritual para los asociados en orden a profundizar en el conocimiento del misterio de la misericordia de Dios.

  7. Promover la formación de grupos de culto a la Divina Misericordia en las parroquias y demás instituciones de la archidiócesis de Toledo.

  8. Colaborar con la Iglesia Diocesana en cuanto pueda contribuir al logro de los fines anteriores.

¿Por qué han decidido organizar una jornada de oración por los agonizantes y en qué consiste?

Esto es algo que ha venido rodado. A lo largo del verano pasado hemos recibido de amigos y conocidos varias peticiones de oración por moribundos de sus familias. Tras estas peticiones, surgió la idea de extender esta obra de misericordia a cualquier persona que entraba en agonía de la que tuviéramos noticia, fuera conocida o desconocida.

Pusimos en marcha grupos de WhatsApp en donde a diario recibimos peticiones de oración por personas concretas.

Y de ahí hemos pasado a lanzar una convocatoria abierta para rezar por todos los agonizantes el día 31 de octubre, de la misma manera que en la Iglesia rezamos por los difuntos el 2 de noviembre o por los enfermos el 11 de febrero.

¿Por qué el 31 de octubre?

Porque en este día, como es bien sabido, en esta fecha son muchos los que frivolizan con el hecho de morir. Entre nosotros se ha impuesto la costumbre neopagana de festejar el 31 de octubre ridiculizando y, en nuestra opinión, profanando el sagrado momento de la muerte, que es el acto más trascendental de la vida de toda persona. Ante este hecho hemos querido dar una respuesta de fe con esta obra de misericordia.

¿Cómo se puede participar?

A nivel particular, apuntándose a rezar durante quince minutos un rosario a la Divina Misericordia en favor de los agonizantes a través de un formulario cuyo enlace es el siguiente: https://forms.gle/EZwvhshsFrcJdJA89

Ahí se indican, además, una dirección de correo y un teléfono.

También se sugiere a las parroquias y casas religiosas que organicen tiempos de oración con adoración eucarística, horas santas, etc., incluido el rezo de la coronilla en todos los casos.

¿Por qué es clave ayudar a las almas en el último combate?

Porque en el último combate es donde se decide la suerte eterna de cada alma. Para mantener esta afirmación, el mejor apoyo lo encontramos en varios puntos de los muchos que se encuentran en el Diario de santa Faustina referidos a este tema. Cito tres:

Cuando entré por un momento en la capilla, el Señor me dijo: Hija Mía, ayúdame a salvar a un pecador agonizante; reza por él esta coronilla que te he enseñado. Al empezar a rezar la coronilla, vi a aquel moribundo entre terribles tormentos y luchas. El Ángel Custodio lo defendía, pero era como impotente ante la gran miseria de aquella alma; una multitud de demonios estaba esperando aquella alma. Mientras rezaba la coronilla, vi a Jesús tal y como está pintado en la imagen. Los rayos que salieron del Corazón de Jesús envolvieron al enfermo y las fuerzas de las tinieblas huyeron en pánico. El enfermo expiró sereno. Cuando volví en mí, comprendí la importancia que tiene esta coronilla rezada junto a los agonizantes, ella aplaca la ira de Dios” (Diario, 1565).

Al entrar en mi soledad, oí estas palabras: Defenderé como Mi gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca del agonizante es rezada esta coronilla, se aplaca la ira divina y la insondable misericordia envuelve al alma y se conmueven las entrañas de Mi misericordia por la dolorosa Pasión de Mi Hijo”. (Diario, 811).

Acompaño frecuentemente a las almas agonizantes e impetro para ellas la confianza en la Divina Misericordia y suplico a Dios la magnanimidad de la gracia de Dios que siempre triunfa. La Divina Misericordia alcanza al pecador a veces en el último momento, de modo particular y misterioso. Por fuera parece como si todo estuviera perdido, pero no es así; el alma iluminada por un rayo de la fuerte, y última, gracia divina, se dirige a Dios en el último momento con tanta fuerza de amor que en ese momento postrero obtiene de Dios [el perdón] de las culpas y de las penas, sin darnos, por fuera, ninguna señal de arrepentimiento o de contrición, porque ya no reacciona a las cosas exteriores. Oh qué insondable es la Divina Misericordia. Pero, ¡qué horror! También hay almas que rechazan voluntaria y conscientemente esta gracia y la desprecian. Aun ya en la agonía misma, Dios misericordioso da al alma un momento de lucidez interior y si el alma quiere, tiene la posibilidad de volver a Dios. Pero a veces, en las almas hay una dureza tan grande que conscientemente eligen el infierno; frustran todas las oraciones que otras almas elevan a Dios por ellas e incluso los mismos esfuerzos de Dios…” (Diario, 1698).

¿Quiénes son los combatientes?

La respuesta a esta pregunta debe ser rigurosa, porque podríamos caer en el error de pensar que los combatientes son por una parte las fuerzas del mal y por otra las del bien, como si fuera una lucha entre ángeles y demonios, tantas veces recreada por la fantasía. En definitiva el combatiente es uno solo, el moribundo, sometido a la acción de las fuerzas del mal, Satanás y sus secuaces, contra la acción de las fuerzas del bien: nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen, san José y el ángel custodio del agonizante (no contra ellos, sino contra su acción). En esta lucha el que decide el resultado es el moribundo, el cual es, además, el campo de batalla. En él se da el combate y él es quien decide porque de su última voluntad depende hacia dónde inclinarse: a aceptar la salvación de Dios, confiando en su misericordia, con un profundo arrepentimiento de sus pecados, o bien, a mantenerse en su orgullo sin arrepentimiento, cayendo en uno de los dos grandes pecados contra la esperanza: la presunción de que se salvará, dando por hecho que no hay condenación, ni infierno, o si lo hay, él no lo merece, o bien la desesperación desconfiando de la misericordia de Dios.

¿Cómo se les puede ayudar espiritualmente en este momento decisivo en el que se juegan su destino eterno?

De varias maneras:

1. En primer lugar, y por delante de cualquier otra ayuda, con los sacramentos. Si la persona está en condiciones de confesar, lo primero es hacer una buena confesión para recibir la absolución de manos de un sacerdote. Y tras la confesión, la Unción de los Enfermos y la Sagrada Comunión. Si el moribundo está consciente, pero no hay sacerdote que pueda administrar los sacramentos, lo que corresponde es hacer un acto de contrición lo más perfecto posible, con arrepentimiento dolorido y profundo por las ofensas contra Dios, nuestro Padre y Creador, invocando el nombre de Jesús y acogiéndose a su infinita misericordia con toda confianza.

2. En segundo lugar, con el rezo de la coronilla de la Divina Misericordia.

3. En tercer lugar están diversas fórmulas de oraciones de recomendación del alma.

4. Otras ayudas muy recomendadas son el rezo del santo rosario a la Virgen y las oraciones a san José y al santo ángel custodio del moribundo.

¿Por qué la Coronilla de la Divina Misericordia es tan eficaz?

Para responder a esta pregunta, tengo que volver a citar el Diario de santa Faustina, y si usted me lo permite, dar una respuesta amplia, de los siguientes puntos:

687. En una ocasión, mientras iba por el pasillo a la cocina, oí en el alma estas palabras: Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca Mi misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia.

1035. Esta noche estaba muriendo un hombre, todavía joven, pero sufría tremendamente. Empecé a rezar por él esta coronilla que me ha enseñado el Señor. La recé toda, sin embargo la agonía se prolongaba. Quería empezar las Letanías de Todos los Santos, pero de repente oí estas palabras: Reza esta coronilla. Comprendí que esa alma necesitaba muchas oraciones y gran misericordia. Me encerré en mi habitación aislada y me postré en cruz delante de Dios implorando misericordia para esa alma. Entonces sentí la gran Majestad de Dios y la gran justicia de Dios. Temblaba de espanto, pero no dejaba de suplicar a Dios la misericordia para esa alma, y me he quitado del pecho la pequeña cruz, la cruz de mis votos y la he colocado en el pecho del agonizante y he dicho al Señor: –“Jesús, mira a esta alma con el amor con que has mirado mi holocausto el día de los votos perpetuos y en virtud de la promesa que me has hecho a mí y a quienes invoquen Tu misericordia para los agonizantes”. Dejó de sufrir y expiró sereno. Oh. Cuánto deberíamos rezar por los agonizantes; aprovechemos la misericordia mientras es el tiempo de compasión.

1777. Conferencia sobre la misericordia

Has de saber, hija Mía, que Mi Corazón es la Misericordia Misma. De este mar de misericordia las gracias se derraman sobre el mundo entero. Ningún alma que se haya acercado a Mí, se ha retirado sin consuelo. Toda miseria se hunde [en] Mi misericordia y de este manantial brota toda gracia, salvadora y santificante. Hija Mía, deseo que tu corazón sea la sede de Mi misericordia. Deseo que esta misericordia se derrame sobre el mundo entero a través de tu corazón. Cualquiera que se acerque a ti, no puede retirarse sin confiar en esta misericordia mía que tanto deseo para las almas. Reza, cuanto puedas, por los agonizantes, impetra para ellos la confianza en Mi misericordia, porque son ellos los que más necesitan la confianza, que la tienen muy poca. Has de saber que la gracia de la salvación eterna de algunas almas en el último momento dependió de tu oración. Tú conoces todo el abismo de Mi misericordia, entonces recoge de ella para ti y especialmente para los pobres pecadores. Antes el cielo y la tierra se vuelven a la nada, que Mi misericordia deje de abrazar a un alma confiada.

1565. Cuando entré por un momento en la capilla, el Señor me dijo: Hija Mía, ayúdame a salvar a un pecador agonizante; reza por él esta coronilla que te he enseñado. Al empezar a rezar la coronilla, vi a aquel moribundo entre terribles tormentos y luchas. El Ángel Custodio lo defendía, pero era como impotente ante la gran miseria de aquella alma; una multitud de demonios estaba esperando aquella alma. Mientras rezaba la coronilla, vi a Jesús tal y como está pintado en la imagen. Los rayos que salieron del Corazón de Jesús envolvieron al enfermo y las fuerzas de las tinieblas huyeron en pánico. El enfermo expiró sereno. Cuando volví en mí, comprendí la importancia que tiene esta coronilla rezada junto a los agonizantes, ella aplaca la ira de Dios.

811. Al entrar en mi soledad, oí estas palabras: Defenderé como Mi gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca del agonizante es rezada esta coronilla, se aplaca la ira divina y la insondable misericordia envuelve al alma y se conmueven las entrañas de Mi misericordia por la dolorosa Pasión de Mi Hijo.

Oh, si todos conocieran qué grande es la misericordia del Señor y cuánto necesitamos todos nosotros esta misericordia, especialmente en aquella hora decisiva.

834. 19 XII [1936]. Esta noche sentí en el alma que alguna persona necesitaba mi oración. Enseguida me puse a rezar. De repente conocí interiormente y sentí al espíritu que me lo pedía; recé hasta que me sentí tranquila. La coronilla es una gran ayuda para los agonizantes. A menudo rezo según la intención que anteriormente conozco dentro de mí; siempre rezo hasta el momento de sentir en mi alma que la plegaria ha obtenido su efecto.

1797. Hoy el Señor entró en mi [habitación] y me dijo: Hija Mía, ayúdame a salvar las almas. Irás a casa de un pecador agonizante y rezarás esta coronilla con lo cual obtendrás para él la confianza en Mi misericordia, porque ya está en la desesperación.

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