El nuevo imperialismo chino en Hispanoamérica
La ultraderecha ascendente en Europa y la victoria proteccionista de Donald Trump tienen sus pros y sus contras en las relaciones internacionales. ¿Qué efectos tendrán las nuevas políticas estadounidenses y las promesas electorales de los nuevos partidos de derecha europeos? El deterioro de los tratados de libre comercio entre Estados Unidos e Hispanoamérica es un aviso para España en términos diplomáticos. Mientras tanto, China continúa tomando posiciones ventajosas en el continente sudamericano. El pasado noviembre de 2016, el presidente chino Xi Jinping visitó Ecuador, Chile y Perú de cara a fortalecer unos vínculos que llevan cultivándose desde hace años.
¿Qué clase de comercio está vinculando a China con los países hispanoamericanos?. La República Popular China está explotando los recursos naturales americanos, y las inversiones que realiza en estos países dejan como balance una deuda creciente. Un tercio de las exportaciones de cobre chileno (Chile es el mayor exportador mundial de este metal) se destinan a China, lo que convierte al país asiático en su principal socio comercial. También es el principal socio comercial de Perú y de Brasil. El intercambio comercial configura la cultura, crea lazos de cercanía entre los pueblos y pone en peligro la integridad política de los países hispanos. De hecho, China está invirtiendo con fuerza en sectores como las telecomunicaciones, en infraestructura energética y en materia de préstamos a estados. La dependencia se vuelve cada vez más acusada a medida que se revisan los datos de estudios como el de China Policy Review. En total China ha prestado a la región 123 mil millones de dólares. El Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) también llegan a igualar esa cifra de 123 mil millones, pero los tres juntos.
Es preocupante además que esos prestamos se realizaron en plena crisis económica para los países hispanoamericanos. Hispanoamérica parece que no puede seguir “huérfana” económica y políticamente; por lo que crece su dependencia con el país que le ampara y le da estabilidad. Esta situación provoca una especie de neocolonialismo preocupante.
España, por su parte, está viendo reducido su peso en el ámbito hispano. Se está produciendo una ruptura de los vínculos históricos entre hispanos de la Península e hispanos de ultramar. Las exigencias que vienen de la Unión Europea con respecto al déficit y la incapacidad de los políticos nacionales de reducir la partitocracia (que es lo que más gasta), condenan a España a la irrelevancia internacional. Centrados en reducir los Presupuestos, nos hemos olvidado de las inversiones que contribuirían -como diría Trump- a “hacer España grande otra vez”, y a ser más competitiva. Los vínculos de la Hispanidad se deberían reconstruir por medio del comercio, de la investigación, de la colaboración de todo tipo y de la inversión en infraestructuras. El ejemplo que nos da China en el ámbito estratégico es sorprendente (claro que en el campo de los valores, el ejemplo que ofrece una España exportadora de la ideología de género es bastante deprimente).
A su vez, Hispanoamérica tiene que hacer sus deberes y controlar la presencia financiera de China en la región. Las relaciones bilaterales son igualitarias en la medida en que se cuida la independencia de cada una de las partes y no se depende absolutamente del capital extranjero. Los errores cometidos en el pasado siglo por el excesivo poder de EEUU en la zona, deben ser subsanados con independencia económica, no con una nueva dependencia colonialista. Esta financiación china debería estar más diversificada, ser más transparente en sus condiciones y ser sostenible.