Todo el mundo sabe que los familiares son muy libres de hacer traslados óseos. Alguno diría que ya no son tan libres cuando se les presiona desde la administración para ello. Pero aunque vaciaran todas y cada una de esas tumbas, no cambiaría un ápice ni la historia ni el testimonio que supone la mera existencia de ese gran edificio en el centro de Pamplona.
Las “victorias” de los revanchistas consisten en hacer exposiciones sacrílegas o en mover huesos. La nuestra es que día tras día esas piedras de la plaza de la libertad sigan gritando que hace 80 años la gran mayoría de los navarros se alzó libremente, leal a su propio gobierno foral, en contra del gobierno laicista y totalitario “de Madrid”. Eso es lo que quisieran cambiar. Y rabian porque no pueden.