PURÍSIMA
(Por Javier Manzano Franco) –
Esta mañana hemos despertado helados de terror. Dos guardias civiles han perdido la vida y un tercero un brazo a manos de al menos ocho asesinos, pero también de un Ministerio del Interior que invierte todos sus recursos en gasear y aporrear a ancianos y agricultores mientras maniata a la policía y a la guardia civil para que la mafia de la droga y la negrera cumplan eficazmente con su trabajo. Lo que más ha espantado a España ha sido un vídeo en que se ve cómo una parte depravada de la población de Barbate, idéntica a los romanos que en el anfiteatro se emborrachaban con la sangre de los mártires, vitorea desde la orilla a los criminales en el mismo instante en que arrollan la quebradiza lancha de los guardias civiles. Parte que representa fielmente a un pueblo envilecido, cómplice desde hace décadas, directa o indirectamente, de la enfermedad y/o muerte de al menos tres millones de españoles.
Frente a Marlaska, que mira sus bolsillos y a su ideología homicida, la Virgen fiel dijo “Hágase en mí según Tu Palabra”. Ella es Espejo de Justicia que refleja la Luz sin empañarse, Luna que refleja la santidad y perfección del Sol divino. En esta alma especular se refleja la Verdad, el “conocimiento profundo y anticipado […] de la ilimitada fuerza de Dios” en palabras de San Andrés de Creta. También es este Espejo Puerta del Cielo: a través de él, como Alicia, podemos pasar al otro lado.
María es la Rosa Mística. Florece en las heridas del martirio como adelanto de las rosas que florecen en el Paraíso. De Eva, la raíz, se alzó entre espinas hasta abrirse majestuosa, nos dice Sedulio, embriagándonos con un perfume que es su propio Hijo, leemos en el “Akathistos Paraclisis”. Rosa de Sarón. Rosa en Jericó. Rosa del Tepeyac.
Torre inexpugnable que se mantuvo firme al pie de la Cruz aquel Viernes en que todos los demás se derrumbaron. Altísima cumbre de toda perfección. Torre del homenaje que oteó al Mensajero con la Palabra. De marfil por reluciente, por pura. Como de marfil es el cuerno del casto unicornio, que solo se posa en el seno de una virgen.
El oro es rey de los metales, el más puro y perfecto. Como Reina eres Casa de Oro, morada de todas las virtudes, llena de gracia (“aquí habitaré, porque la he deseado”, Sal 132, 14). Tabernáculo que cobija al mismísimo Dios. Tercer Templo de Salomón (“la gloria de Yavé llenaba la casa de Dios”, 2 Cr 5, 14).
Prado “siempre verde en onestat” (así habló Berceo) en que cayó la semilla de mostaza y se volvió árbol frondoso en que se posaron aves canoras como Isaías, San Agustín o San Gregorio. Arca de la Nueva Alianza. Por el tercer secreto que revelaste en Fátima, Paloma deteniendo con un ramo de olivo una espada flamígera. Casto arco iris.
Señora nuestra y Madre de misericordia, ten compasión de todos nuestros errores, tú que jamás cometiste ninguno.