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Omnedadivosista

Omnedadivosistas
(Por Manuel Gutiérrez Algaba)–

Con el colapso del catolicismo en Occidente, han surgido dentro y fuera de la Iglesia Católica multitud de aproximaciones sustitutivas a la Verdadera Religión, a la Verdadera Caridad. Una de estas corrientes es lo que llamo “omnedadivosistas”, un término al que le he dado varias vueltas antes de ser “parido”. Podría haberse llamado “alter-daísta” , porque damos algo que no nuestro sino del otro, o “omne-regaladorista”, porque regala a todos sin ton ni son. Pero “dadiva” y “dadivoso” son esas palabras del diccionario que chupan demasiado banquillo y tienen ganas de correr y marcar goles.

El omnedadivosista es ese personaje tan común y corriente que está presto, a cualquiera que pase por la calle, regalar el río o el supermercado aquello que no es suyo, sino, frecuentemente, de todos o de otro. Es áquel que, ante el individuo que está cagando en el pristino riachuelo de montaña entre los nemorosos bosques de castaños y hayas, dice: “¡Dejalo! ¡Qué más te da! ¡En algún sitio tenía que hacerlo!” Sin arredrarse de los miles de excursionistas que, río abajo,…  O quién ve cómo un grupo de personas se aprovecha injustamente de una subvención desplazando a gente más necesitada o más válida moralmente para esa ayuda y dice: “¡¿Y tú no lo harías si pudieras?! ¡Todo el mundo tiene que comer “.

Con el fervor de un neoconverso, el omnedavidosista le gusta mostrar una caridad, mejor dicho una pseudocaridad, exagerada. Como en una partida de mús, si tú dices que has ayudado a una vecina jubilada con poco dinero con un par de huevos, él dice que su “organización”, o alguién que al le gusta, pero que no le toca directamente su bolsillo: “está ayudando pero de verdad a los colectivos de ciegos de Ruanda oriental”. El omnedavidosista no es necesariamente un “progre”, frecuentemente es un pseudocatólico.

El omnedavidosismo entronca con la rama principal del “buenismo” y “to-er-mundo-e-buenismo”. Suelen ser también “contemplativistas” y “desviacionistas” ( de la caridad). El permanente desequilibrio que les produce la falsa caridad los convierte en personas excitadas y excitables, insatisfechas y con poca comprensión de su estado emocional y espiritual. En política, geopolíticas y cosas relativas a congresos varios, el omnedavidosismo es corriente: “darselo hombre, un por favor, a ti que más te da” ( si yo no tengo que sufrir las consecuencias).

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