Unos, espantados del antifranquismo enloquecido que proclaman las ideologías triunfantes tienden a recordar solamente las cosas buenas -que las hubo- de los años de la dictadura.
Otros, pertinaces en su propia memoria histórica, no olvidan los agravios -que los hubo-.
En mi opinión no merece la pena quemarse, ni levantar la voz, ni correr el riesgo de tensar el ambiente cuando se conversa entre amigos. 41 años son muchos años. Discutir sobre aquellas cosas buenas y malas del general Franco se va pareciendo cada vez más a discutir las del Conde-Duque de Olivares, o las de Carlos III, o las de muchos otros personajes históricos.
En cuanto a Franco y el Carlismo sólo diré una cosa: que nosotros fuimos antifranquistas cuando había que serlo.