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Cada palo aguante su vela

Acceso a la basílica del Valle de los Caídos, en Madrid | ALBERTO DI LOLLI | EL MUNDO

Con motivo de la exhumación de los restos del General Franco han surgido críticas a la nula oposición de la Iglesia a la “hazaña”. Muchas de ellas en nuestro mismo campo carlista.

No estoy de acuerdo. Prefiero ir al fondo de la cuestión.

¿Qué puede hacer la Iglesia, o sea la CEE? Protestar y quejarse. ¿Y qué se consigue con ello?

Dejemos a la CEE que gobierne los destinos de la Iglesia en España. Esa es su misión. Para ello sus componentes tienen la gracia de estado. Ellos saben lo que hacen. Claro que están haciendo muchas cosas mal. De ello darán cuenta a Dios. Pienso que nosotros no estamos calificados para juzgarles. Personalmente prefiero ocuparme de mis pecados antes que de los de los demás.

Indudablemente la actuación de la CEE está determinada por su debilidad material. Carecen de una fuerza efectiva para impedir la vileza que se está cometiendo. Para que pudieran hacer lo que casi todos desean, el Padre tendría que enviar doce legiones de ángeles. Y ya sabemos que eso no lo hará.

Esa fuerza material se la teníamos que haber proporcionado los seglares. Así ha sido siempre. En 1936 la orden de levantarse no la dieron los obispos, sino el Rey Don Alfonso Carlos. No la obedecieron las organizaciones de Acción Católica o de las Congregaciones Marianas, sino las unidades combatientes. En ellas formaban los jóvenes católicos que, además, pertenecían a las organizaciones piadosas y de apostolado.

Está fallando la Iglesia, sí. Pero el fallo nos corresponde a los seglares. Que tenemos nuestra misión. Que tenemos la obligación de intervenir en política, bajo nuestra responsabilidad, siguiendo las doctrinas de la Iglesia. Siguiendo las doctrinas; no las directrices de los Obispos. Y no lo hemos sabido hacer.

Nuestros Obispos están fallando; más claramente en otras ocasiones. Pero los seglares también, en muchas más.

Nunca es tarde. La Iglesia ya nos ha dado suficiente doctrina para guiarnos en la acción. El Magisterio se ha hartado de enseñar que el liberalismo es la peste de los tiempos modernos. La CTC es una organización política que defiende la recta doctrina y en ella trabajamos por instaurar todo en Cristo, como nos mandó San Pío X. Lo hacemos como seglares sin esperar que la Jerarquía y el clero en general, cargue sobre sus espaldas la función que sólo a nosotros nos corresponde. Tenemos las puertas y los brazos abiertos a todos los que aspiran al Reino de Cristo. Reino que no es como los de este Mundo, pero que sí tiene que realizarse en este Mundo.

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