Los errores dogmáticos vienen sucediendose, reinventándose, actualizándose desde los inicios de los tiempos y las virtudes, frente a los vicios y miserias humanos, no han variado, no son distintos. Los errores, más que yerro son injusticia, ya por acción u omisión.
La Verdad, con gran desacierto, es tachada de anacrónica y desplazada de la vida de los hombres pero el mysterium iniquitatis hace débil al hombre y necesitado de gracias, que, afortunadamente, vienen dadas por amor, son derramadas, ofrecidas para que libremente sean aceptadas.
(LD)