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Una explotación laboral oculta para los españoles (I)

9 de marzo de 2017 0 Actualidad / / / / / /

Fátima Báñez y las medidas estrella del ministerio de empleo

El pasado mes de diciembre, la ministra de empleo Fátima Báñez, anunció medidas para fomentar la conciliación familiar, la finalización de la jornada laboral a la 18:00 horas y la ampliación del permiso de paternidad a 4 semanas. Desde entonces, el Ministerio de Empleo ha hablado de la “cuarta revolución industrial”, la digital, y de la “flexiseguridad laboral”, palabras que pocos vecinos entienden (posiblemente porque no encierran más que nubes de humo). Las promesas del PP son que van a luchar por una mayor igualdad entre hombres y mujeres, por una mayor formación y cualificación de los empleados, por un mayor bienestar de las personas en el ámbito laboral…  Se ha hablado de que el Gobierno estudiará la posibilidad de realizar un cambio en el huso horario, así como modificaciones en la jornada de trabajo para promover el teletrabajo, y poner en marcha una bolsa de horas para asuntos propios.

Ignacio Buqueras: “dejemos de perder el tiempo”

Foto: CEOE

Ignacio Buqueras, coautor del libro “Dejemos de perder el tiempo”, ha presentado su obra (y de Jorge Cagigas) en la Confederación Española de Organizaciones Empresariales. (Dejamos atrás la corrupción interna y pasada a cargo de Díaz Ferrán, porque estamos delante de una de las pocas instituciones sociales representativas en este país. Ojalá pudiéramos contar con sindicatos o con asociaciones de familias comprometidas  políticamente y socialmente). Buqueras, según informa el EMPRESARIO.COM, ha explicado una serie de propuestas del libro con respecto a la racionalización de los horarios laborales: como tener entre 30 y 45 minutos para comer y realizar reuniones fijando antes la hora de finalización y el orden del día, “terminar con el presentismo y aprender a optimizar el tiempo”

Estas propuestas no tienen porque ser malas en sí mismas. El problema viene cuando Buqueras en su libro expresó que “hay que intentar no demonizar el trabajo ya que al 70% de las personas les ocurren los momentos más felices en él”.

Dos posturas que auspician la explotación laboral

ANÁLISIS – Ayer, 8 de marzo, fue el día internacional de la mujer. Toda una fiesta por la igualdad instaurada por el feminismo y la ideología de género para eliminar las diferencias biológicas y naturales entre los dos sexos. Imposiciones varias en un sistema dictatorial con una careta democrática. Todos los diarios digitales y periódicos estuvieron manifestando las desigualdades salariales y laborales entre los hombres y las mujeres. Sin embargo, nadie habló con claridad de la radical explotación que sufrimos actualmente en la supuesta sociedad democrática. Una explotación para los trabajadores, para las empresas, para los empresarios y para las familias, en definitiva. Nadie hizo un alegato de la igualdad porque se prefirió, en el día de la mujer, confrontar al hombre con ella.

Las medidas del Ministerio de Empleo son tímidas en lo que a reducir la explotación laboral se refiere (por no decir ineficaces). La partitocracia alimenta a los sindicatos y a las grandes empresas, deseosos de continuar en las mesas de negociaciones de los convenios colectivos y de presentar una imagen tolerante y moderna. Es la política del consenso de los pequeños gestos, del espectáculo mediático y del pactismo partitocrático, que poco tiene que ver con promover la economía y los lazos sociales. Es la nueva oligarquía liberal. ¿Por qué no se equiparan los permisos de paternidad a los de maternidad? ¿No acabaríamos antes con la desigualdad? ¿Por qué no se da más importancia a la familia que al trabajo? ¿No es ser padre o ser madre el trabajo más apasionante de todos? ¿No es cuidar, ayudar y sacar adelante una vida humana la profesión más admirable y que más protección política necesita? No es que haya que conciliar a la familia con el trabajo, como si el trabajo fuera una prioridad por encima de la vida. Lo importante son las relaciones afectivas, personales y espirituales de las personas, que son las que sacan adelante a un país con imaginación, entusiasmo y verdadero sentido patriótico. La nueva explotación laboral no consiste en trabajos inhumanos y ni siquiera en horarios absorbentes (que lo son), sino que consiste en crear en torno a la realización laboral y al crecimiento económico a toda costa, un nuevo ídolo social.

Buqueras, el autor que ha presentado su libro en la CEOE, ha hablado de “que no hay que intentar no demonizar el trabajo porque al 70% de las personas les ocurren los momentos más felices en él”. Tiene razón en la primera frase. No hay que demonizarlo porque trabajar por sacar adelante tu empresa, tu comunidad, tu familia… es importante. Pero hablar de que los momentos más felices de tu vida pueden ocurrir en tu trabajo es preocupante en el plano espiritual de los españoles. Es respetable que alguno de ellos ocurra en el trabajo, pero los mejores momentos de la vida deberían ocurrir rezando; en casa mientras recibimos el amor en el hogar y cuando lo damos; en las amistades; y en la interacción política. Después, y sólo después, debería venir la vida laboral, una ocupación necesaria, digna y limitada, que encuentra su lugar apropiado cuando tiene el objetivo de servir a Dios, a los demás (la Patria) y a la familia.

Como siempre, desde Ahora Información no hablamos de altruismo ni de socialismo. La economía, la libertad de mercado y la proliferación de empresas y de la actividad económica sólo es posible cuando consideramos el objetivo adecuado al que dirigirse. La avaricia solo beneficia a unos pocos (marcados por la enfermedad del dinero). El socialismo nos perjudica a todos porque nos lleva a la ruina económica y espiritual. Necesitamos modelos económicos y políticos que pongan el dinero en la periferia de los intereses patrios. El dinero se vuelve noble cuando es un instrumento para vivir en familia con cierta comodidad, cuando no es un fetiche del egoísmo capitalista. Esto no se soluciona con medidas concretas, pero toda este problema de fondo hay que solucionarlo y para ello hay que “echarle” imaginación y entusiasmo, pero sobre todo optimismo y sentido espiritual. El liberalismo nos ha querido usurpar la espiritualidad de lo político, de lo económico, de los social y de lo familiar.

CONTINUARÁ

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